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Actualizado: 16 de julio de 2025
Sacudía el cinc del tejado y parecía atacar furiosamente a toda la clínica. Aquella noche Petrov se murió de terror. Se transportó al muerto a una vasta habitación fría, que existe en todos los hospitales, destinada a tal fin; se le lavó y se le vistió con una levita negra, que se le abrochó sobre el pecho. Al día siguiente llegaron la madre de Petrov y su hermano mayor, un escritor muy conocido.
Al principio de su estancia en la clínica tenía los dedos hinchados y cubiertos de cicatrices; pero con el tiempo se fueron tornando insensibles, la piel se endureció, y cuando llamaba, se podía creer que sus dedos eran de piedra. Pomerantzev se creía obligado a charlar un poco con él siempre que le encontraba. ¡Buenos días, señor! ¿Sigue usted llamando?
La antevíspera, por la noche, había llegado a decirle: ¡Es usted un hombre muy desgraciado, Petrov! A Petrov le complació mucho oír aquellas palabras de verdad y de compasión, mucho más apreciables sabiendo, como sabía él perfectamente, que el doctor era un vulgar egoísta, un borracho y un libertino, que había fundado su clínica con el único objeto de explotar a los imbéciles.
Maltrana, al venir en el carruaje, estremecíase pensando en el horror de la despedida, llantos, gritos, abrazos, y tal vez un nuevo ataque de la enferma. No fue así; no hubo nada de esto. Sólo un silencio, una sencillez en la separación, más desgarradora que los extremos ruidosos del dolor. El médico habló de las recomendaciones que había hecho a su compañero de la clínica de partos.
Un catedrático de clínica le salió al paso y poniéndole misteriosamente la mano sobre el hombro el catedrático era su amigo le preguntó en voz baja: ¿Estuvo usted en la cena de anoche? Basilio, en el estado de ánimo en que se encontraba, creyó oir anteanoche. Anteanoche fué la conferencia con Simoun. Quiso explicarse.
Hay en Valleumbroso prosiguió el sabio con voz resonante una preocupación de la personalidad propia, que es uno de los caracteres típicos de la forma clínica genial. ¿No es verdad, amigo Valleumbroso? añadió poniéndole con protección una mano sobre el hombro ¿no es verdad que vive usted excesivamente preocupado de sí mismo?
Es un hecho comprobado por la esperimentacion pura y por la clínica, que el carbon ejerce una influencia especial sobre el sistema venoso en general, y en el de la vena-porta y capilares venosos en particular.
Los primeros días de su estancia en la clínica volaba cotidianamente a la ciudad, a su oficina; pero después le requirieron quehaceres de más monta, y no atendió ya a su oficina, por falta de tiempo. Era de alta estatura, enjuto; tenía el pelo espeso, muy negro y enmarañado. Era miope y llevaba lentes muy gruesos.
Hay que provocar el parto, acelerarlo, o corre peligro de muerte. Tráela esta tarde; te esperaré en la Comisaría. La meteremos en la clínica de partos. Yo no estoy en ella, pero recomendaré tu socia al compañero, con grandísimo interés... Hasta la tarde, ¿eh? Tenía prisa: su catedrático le esperaba en la sala de profesores.
Alrededor se extendía una pradera, que pertenecía a la clínica y se hallaba siempre desierta. A cosa de una versta se alzaba, entre los árboles, la estrecha chimenea de una fábrica, de la que no se veía nunca salir humo. La fábrica, perdida en medio del bosque, parecía abandonada. Muy pocos de los que transitaban por el camino sabían que tras el alto muro y las puertas cerradas había locos.
Palabra del Dia
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