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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Otros ratos le parecía ser ángel caído sin redención posible. ¿Qué fue de los propósitos de tenaz virtud? ¿Dónde estaban el no debo... no me conviene... yo no soy de esas? Un instante de pasión había dado al traste con todo. Por cima del vencimiento sufrido, quedaba, sin embargo, en el alma de Cristeta un motivo de respetable orgullo.
Á paso largo, hijos míos, que ya el sol ha traspuesto la cima de aquellos árboles y es una vergüenza perder estas horas de camino. ¡Adieu, ma vie! No olvidéis al buen Simón, que os quiere de veras. ¡Otro beso! ¿No? Pues adiós, y que San Julián nos depare siempre ventas tan buenas como ésta.
Una febril agitación reinaba en las calles barridas por el viento, y en las casas reinaba una profunda quietud. Cuando el chino hubo llegado a la cima de la cuesta, la colina de la Misión se ocultaba ya a su vista y la fresca brisa del mar le daba escalofrío. Descargose de su cesto para descansar.
Montemayor desde la cima de un cerro árido, donde tiene otro castillo con tres preciosas torres góticas, está clamando á las presentes generaciones contra el olvido que la injuria.
El maestro permaneció de pie contemplando la encogida y pequeña figura a medida que se alejaba vacilante por el camino, aguardó hasta que hubo pasado el pequeño camposanto y alcanzado la cima de la colina, en donde se volvió y se detuvo un instante como un átomo de sufrimiento perfilado entre las lejanas y apacibles estrellas que pueblan el infinito.
Daban los señores a Manuela, en recuerdo de lo bien que se portó su marido, tres reales diarios y casa; es decir, una de aquellas buhardillas que desde la calle se veían descollar por cima del tejado, entre ropas blancas y macetas verdes.
Se llega á la cima por una escalera de ciento setenta y seis tramos. Corona la columna una estátua de Napoleon, vestido de gran Capitan. Aguilas, guirnaldas de encina y de laurel, y otros varios trofeos alegóricos, ornan este monumento de triunfo.
«Por fin llegamos á una planicie, en la cima de una montaña, en donde dos grandes literas adornadas aguardaban, y fuimos saludados por una multitud de lindas jóvenes, montadas en caballitos que manejaban con admirable agilidad. Se hallaban vestidas con los más pintorescos trajes.
Puros eran los contornos de la cima y limpios como los de una estatua se dibujaban luminosos en la sombra, pero la soberbia pirámide parecía hallarse completamente separada de la tierra. Tranquila y fuerte, inmutable en su reposo, parecía flotar en el cielo. Pertenecía á otro mundo y no á este planeta envuelto en nubes y brumas como en sórdidos trapajos.
En Chuquiago Sucedió en estos tiempos tan gozosos, Un estraño prodigio y gran estrago. Por cima de unos cerros barrancosos, Arrancando del todo un grande lago, Un terremoto súbito lo avienta, Y en otro lugar nuevo lo aposenta.
Palabra del Dia
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