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Actualizado: 26 de junio de 2025
Pero esta las examinó bien, y en menos de lo que se dice hizo de ellas crítica acerba, las desnudó, les quitó los sombreros, censuró aquellos talles de araña, y concluyó por considerar en su mente lo que resultaría si la más guapa de las chicas de Pez se vistiera con los arreos de Isidora, y esta se pusiera los de la chica de Pez.
Antes de salir de casa se habían picado las chicas por diferencias de opinión sobre lo que debían de ponerse para hacer aquella visita. Al fin se vistió cada una de ellas como mejor le pareció; pero todo el camino fueron tiroteándose a media voz unas a otras. Aún duraba la resaca cuando se cruzaron con las parientas de «los de Peleches» a la puerta misma del salón.
Cuando salió don Fermín de Santa María la Blanca, tenía la boca hecha agua engomada. Aquellas sensaciones, que le habían invadido por sorpresa, le recordaban años que quedaban muy atrás. No le gustaba aquello; era poca formalidad. «¡Diablo de chicas!» iba pensando.
Merece, pues, una mención aquí el encargado de los trabajos tipográficos de la edición, D. Guillermo Cano, por cuyas manos han pasado todas mis obras desde La Fontana de Oro hasta la última que he compuesto, y todas las ediciones, grandes y chicas, buenas y malas que de ellas se han hecho.
Pero si era efectivamente de la Inclusa y los que tenía por padres no lo eran, ¿por qué la amaban más aún que á los dos niños? No, no podía ser. Todo era una calumnia. Las chicas del pueblo la envidiaban porque sus padres la regalaban y la vestían mejor que á ellas.
Entonces empezó la murmuración y el hacer trizas a las pobres muchachas. Ricardo dejó el periódico y salió a la puerta para ver a las señoritas. Las chicas se detuvieron un instante, saludaron, y la rubia exclamó, dirigiéndose a mí: ¡Rodolfo! Me despedí del grupo, y acudí al llamado de la señorita.
No lo pasará usted mal: son unas chicas muy originales. A usted le conviene relacionarse, porque de algo puede servir para sus planes. Respondí afirmativamente, pero expresé alguna duda de que pudiera hacerse sin previo anuncio. Villa soltó la carcajada. Aquí no se guardan esos tiquis miquis, compadre.
Las chicas por el estilo de Rita siempre encuentran su media naranja en un forastero. Hacía un mes que don Manuel Pardo se preguntaba a sí mismo: «¿Cuándo se determinará el rapaz a pedirme a Rita?». Que se la pediría, no lo dudó un momento. La situación del marqués en aquella casa era tácitamente la del novio aceptado.
Ya que nuestro joven la encontró mejor dispuesta, comenzó a dirigirle a menudo la palabra, tuteándola, por supuesto, como hacen los señores de la ciudad con las chicas campesinas, inventando algunas bromas para hacerla reír, y procurando por todos los medios imaginables captarse su simpatía, aunque dejando aparecer lo contrario.
Creo que en toda la costa no hay un punto que ofresca las ventajas de esta bahia: porque, á mas de ser bastante bien abrigada, á pesar de su grande extension, ese puerto tambien es el único paso para pasar al Colorado; porque las bocas de afuera de este rio están casi siempre impracticables, aun para las chalupas mas chicas.
Palabra del Dia
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