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Actualizado: 29 de junio de 2025
En las charcas del río, las ranas comenzaban a templar sus instrumentos de dos notas para la interminable sinfonía de la noche; en la inmediata carretera sonaba el chirrido de los carros. La humedad del sombrío arbolado empapaba las ropas de Juanito, adormeciéndole.
Murió á cabo de dias, y no habia El Lerma su negocio fenecido; Despues que muerto fué, se fenecía, Y el negocio á los Charcas há salido, El Audiencia lo hecho rescindía. Hernan Mesía y Rubira han recibido Contento con Sotelo, y se holgaban, Por ver como por libres ya les daban.
Belarmino llegaba chapoteando en las charcas, cubierto de lodo, se guarecía en el porche del convento, y allí, encuclillado, como filósofo, dejaba pasar las horas. Oíase el trémolo de un harmonium. El sonido descendía, y luego llegaba a lo largo del silencioso pavimento hasta él, a menudos y leves saltos, como los pájaros cuando caminan por la tierra. Oía los cantos monjiles.
Quizo probar el hecho de la mina con vista de ojos, persuadido se habia construido secretamente, como lo habia mandado: pero le salió el pensamiento errado, porgue los encargados de esta maldad abandonaron la obra con la consideracion del delito, y habiendo pasado el exámen el escribano real, D. José de Montesinos, halló solamente un agujero, que no se dirigia á parte alguna, pero sin embargo se siguió el proceso lleno de maldades y defectos, y se tuvo la audacia de remitirlo á la Audiencia de Charcas, para alucinar á sus Ministros.
Don Diego en esto, y Avila pensando, Que en su negocio hacen mucho hecho, A los Charcas caminan, procurando Llevar siempre camino muy derecho. A D. Diego el temor le vá acusando, Aunque Avila le pone alegre pecho; Las aguas con gran fuerza le apuntaban, Y volverse por esto procuraban.
Quejábase de fuertes dolores de cabeza; perdía de pronto la vista, hablaba con incoherencia, insultando unas veces a Isidro sin saber por qué, y abrazándose otras a su cuello para pedirle perdón, con gran raudal de lágrimas. El invierno se anunciaba con una frialdad aterradora. Todas las mañanas aparecían las charcas del río con grandes cristales de hielo.
De lo pasado dando larga cuenta Al Abrego, que estaba arrepentido, Con ansias y dolor casi revienta, Perdiendo la memoria y el sentido. Por escrito muy largo, bien lo asienta, Y á los Charcas el caso ha referido, A dò Matienzo en breve ha despachado Y al Virrey el negocio ha recontado.
El Guaraní con ansia acelerada A los Charcas camina muy derecho. La cordillera y sierra es endiablada: Parece le será de gran provecho Parar aquì, y hacer asiento y alto, Con fin de allí al Perù hacer asalto. Muy largos tiempos y años se gastaron, Y muchos descendientes sucedieron, Desde que los hermanos se apartaron.
Por suerte á Doña Juana le cabía El Licenciado Vera por marido: Por Oidor en los Charcas residía; La misma plaza en Chile hubo tenido; Y en su tiempo el Arauco le temía, Que á vueltas de las letras ha servido A nuestro gran Filipo con la espada, Andando tras la gente rebelada. D. Francisco el Virrey, dicen, quisiera Casar á Doña Juana de su mano: A Garay le escribió que á Lima fuera.
D. Juan Almagro de La Torre, Oidor honorario de la Real Audiencia de Charcas, y Asesor General de este Vireinato; el Sr. D. Manuel Genaro Villota, Fiscal de lo Civil y Real Hacienda, y honorario del Supremo Consejo de Indias; el Sr. D. Juan Ramos, Teniente Coronel urbano; el Sr. D. Miguel Ezquiaga, idem; el Sr. D. Felipe Cardoso, idem; el Sr. D. Francisco Paso, de este vecindario; el Sr.
Palabra del Dia
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