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Actualizado: 29 de junio de 2025
La palabra cursi, que la magnanimidad nunca bastante loada de los señores de la calle de Valverde ha introducido en nuestro diccionario, se emplea como proyectil mortífero contra aquellos rostros celestiales. Todo sietemesino bien criado tiene en su carcaj una buena cantidad de tales flechas para arrojar a la primer belleza anónima que se presente en su camino.
El oro, las perlas, los diamantes, brillaban sobre sus vestiduras. Llevaba pendientes y pulseras de gran valor. Gabriel sonreía pensando en la simpleza religiosa, que viste a los héroes celestiales con arreglo a las modas de la tierra.
Recordaba que su frente había buscado con mortal pereza un apoyo en el hombro de Pep; que las fuerzas le iban abandonando, como si la vida se escapase con el chorreo caliente y viscoso que cosquilleaba a lo largo de su pecho y su espalda. Recordaba también que tras sus pasos sonaban gemidos sordos, palabras entrecortadas implorando el auxilio de todos los poderes celestiales.
El comercio, debido al carácter apático del zamboangueño, está completamente acaparado por los chinos, motivo por el cual aquel nunca saldrá de la postración en que se encuentra, puesto que los celestiales, en el momento que hacen un pequeño capital se vuelven á su país, y los que quedan superan al indio en viciosos y aficionados á la holgazanería.
La explicación más sencilla es la que nos muestra á los dioses ó á los genios arrojando las montañas desde las alturas celestiales y dejándolas caer al azar; ó bien levantarlas y modelarlas con cuidado como columnas destinadas á sostener la bóveda del cielo. Así fueron construidos el Líbano y el Hermón; así se arraigó en los límites del mundo el monte Atlas, de hombros robustos.
El Señor se mantenía, como siempre, inmutable y magnífico. Cuando le veas continuaba Eva , dile que estoy muy arrepentida de mi desobediencia. ¡Qué tiempo tan agradable el que pasé en el Paraíso! ¡Qué espléndidas recepciones daba yo allá! ¡Y qué buffet tan distinguido!... ¡Ay, las tortas celestiales!... Una de sus melancolías más dolorosas era á causa de las tortas celestiales.
Personas muy religiosas y patrióticas, entre ellas un académico de la Historia, en su elegante discurso de recepción, han sostenido que esta ineptitud, calificada de sublime, es una prueba de nuestro gran ser, de nuestros pensamientos levantados y celestiales, de nuestro severo espiritualismo.
Dedicóse al glorioso apóstol de las Indias San Francisco Xavier, para que desde el cielo mirase propicio con ojos de piedad aquella viña inculta de gentilidad, y la convirtiese con celestiales bendiciones en Jardín del Paraíso. No le salieron al Padre fallidas sus esperanzas.
Probad a conversar un rato con el Señor, y sentiréis las delicias celestiales y los contentos especialísimos que hallan los que le aman. Todo cuanto hay en el mundo es locura y engaño; festines, comedias, tertulias, diversiones y lo demás que los hombres tienen por bienes están mezclados con hiel y sembrados de espinas.
El oro enteramente puro no se obtiene sino con el crisol de un perfecto amor divino; y este amor, en toda su perfeccion, está reservado para las regiones celestiales. Miéntras vivimos aquí en la tierra, llevamos en nuestro corazon un gérmen maligno que ó mata, ó enflaquece, ó deslustra las acciones virtuosas; y no es poco si se llega á evitar que ese gérmen se desarrolle y nos pierda.
Palabra del Dia
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