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Actualizado: 11 de julio de 2025
-Es una ciencia -replicó don Quijote- que encierra en sí todas o las más ciencias del mundo, a causa que el que la profesa ha de ser jurisperito, y saber las leyes de la justicia distributiva y comutativa, para dar a cada uno lo que es suyo y lo que le conviene; ha de ser teólogo, para saber dar razón de la cristiana ley que profesa, clara y distintamente, adondequiera que le fuere pedido; ha de ser médico y principalmente herbolario, para conocer en mitad de los despoblados y desiertos las yerbas que tienen virtud de sanar las heridas, que no ha de andar el caballero andante a cada triquete buscando quien se las cure; ha de ser astrólogo, para conocer por las estrellas cuántas horas son pasadas de la noche, y en qué parte y en qué clima del mundo se halla; ha de saber las matemáticas, porque a cada paso se le ofrecerá tener necesidad dellas; y, dejando aparte que ha de estar adornado de todas las virtudes teologales y cardinales, decendiendo a otras menudencias, digo que ha de saber nadar como dicen que nadaba el peje Nicolás o Nicolao; ha de saber herrar un caballo y aderezar la silla y el freno; y, volviendo a lo de arriba, ha de guardar la fe a Dios y a su dama; ha de ser casto en los pensamientos, honesto en las palabras, liberal en las obras, valiente en los hechos, sufrido en los trabajos, caritativo con los menesterosos, y, finalmente, mantenedor de la verdad, aunque le cueste la vida el defenderla.
Los cuatro puntos cardinales del mundo: oriente, occidente, norte y sud, han debido comenzar naturalmente por producir esta idea de fijeza. Sin embargo no será difícil manifestar que no hay tal fijeza, y que la idea de ella es una pura ilusion.
¿Quién dio la noticia? Un pilluelo, que, con los calzones remangados, venía al trote largo desde la plaza de la Fruta, allá en el barrio de Arriba. Oídos sus informes, las miradas se volvieron ansiosamente hacia los cuatro puntos cardinales, y cada boca murmuró pegándose a cada oído ajeno dos palabras preñadas de espanto: «Viene tropa».
Y la ordenanza que se forme de policía para el régimen del mismo pueblo, deberá contener un artículo que demande su reconocimiento y visita anual por el primer magistrado, para refaccionarse si fuere necesario: porque estas columnas si fueren establecidas á distancia de media legua, á los rumbos cardinales en que esté situado el pueblo, deberán ser la mojonera comun, de donde arranquen las mensuras de las chacras ó terrenos de pan llevar, y en el término de estas tambien deberán fijarse otras con las mismas circunstancias y ornamento, para dividir los terrenos de cultivo en todos los ramos de èl, que han de tener apartadamente para crias de toda especie de ganados.
Portugal, Egipto, el Cabo de Buena Esperanza, los Santos Lugares, Sumatra, Grecia, Méjico, Laponia....., ¡qué sé yo cuántas regiones pensaba visitar y había ya estudiado en mapas y libros!..... ¡Qué sé yo cuántas curiosidades se me han quedado sin satisfacer y cuántos anhelos sin cumplir, para otra vez que vuelva á este planeta, aunque ello sea el propio día del Juicio Final!..... Baste saber que, entre mis planes juveniles, entraba escribir una novela, ó más bien cuatro novelas en una, con el título de Los cuatro puntos cardinales, cuyos estudios para la parte del Norte dieron origen á El Final de Norma, Los ojos negros, Un año en Spitzberg y otros escritos míos que tienen por teatro los hielos boreales.
También están colgados de la misma bóveda un colmillo de elefante, un freno y una vara; y estos objetos, juntamente con el lagarto, representan las cuatro virtudes cardinales. El lagarto es símbolo de la prudencia; la vara, de la justicia; el colmillo del elefante, de la fortaleza; y el freno, de la templanza.
Plano meridiano.= Orientarse, en un horizonte cualquiera, es hallar la dirección exacta de las líneas que van á los puntos cardinales, de norte á sur y de este á oeste. Es fácil lograrlo por medio de la observación del movimiento diurno de los astros, sea durante la noche, sea de día.
Los marineros que salían de madrugada a la pesca, al poner el pie en el muelle veían muchas veces un gran pedazo de cielo azul sobre las casas lejanas del Moral, que se iba extendiendo lentamente hacia los cuatro puntos cardinales, dejando suspensas sobre el horizonte algunas levísimas rayas de niebla de color violeta semejando grandes cejas.
Palabra del Dia
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