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Que ya la gente del gremio estaba en el secreto de adulterar los confites y engañar al pueblo se ve que no era cosa nueva, pues así se desprende de los capítulos 30 y 31, que dicen: «Item ordenamos que ningún oficial de confituría sea osado á mezclar la confitura que hiciese con almidón, harina, ni otras misturas, so pena de perdida la dicha colación y de seis mil maravedís por la primera vez, y por la segunda sea privado del dicho oficio de confitero por seis meses y no tenga más tienda, y por la tercera que la justicia ordinaria proceda á hacerle conforme la calidad y gravedad del delito 31.

Esta regla pertenece al juicio, y no es posible dar un paso seguro en las Ciencias, ni en el trato civil sin observarla. En los capítulos siguientes explicarémos esto con mas extension. La otra máxîma es: no asentir, ó disentir á las proposiciones por los afectos del ánimo que las acompañan, sino por la mera correspondencia entre la verdad mental y real.

Conviene anticipar que la palabra crotalogía no es invención mía. Sirve ella de título a un libro escrito en el siglo XVIII por el señor licenciado Francisco Agustín Florencio. En mi pequeña biblioteca guardo un elegante ejemplar como un tesoro bibliográfico. Divídese la obra en catorce capítulos luminosos y repiqueteadores que encierran la monografía más perfecta y acabada del arte castañuelero.

El viejo mejoraba considerablemente á la esposa de Desnoyers; pero aun así, quedaba una parte enorme para «la romántica» y los suyos. «Hago esto decía en memoria de mi pobre finada y para que no hablen las gentesVenían á continuación ochenta y seis legados, que formaban otros tantos capítulos del volumen testamentario.

Estas disposiciones fueron inclusas luego en una bula que espidió Benito en la ciudad de Valencia el dia 11 de Mayo de 1415. La suma de todas ellas se contiene en los capítulos siguientes, segun se leen en la biblioteca de los rabinos españoles, dispuesta i ordenada por don José Rodriguez de Castro.

Aún no habían los dos recién conocidos finalizado los primeros capítulos de la plática, cuando le anunciaron al sabio que allí estaban dos jóvenes que ansiaban por saber de su boca las dichas o desdichas de su estrella.

Pero los cristianos no atendiendo á que de faltar á las promesas juradas, no podria resultar otra cosa mas que el descrédito de la doctrina evangélica, aceptaban en los capítulos de paces la condicion de conservar á los mahometanos en su religion, sin oprimirlos ni vejarlos, i luego les quitaban los templos i los obligaban á cristianarse con las duras leyes de la fuerza.

Algo de ello ha visto ya el lector en uno de los anteriores capítulos; pero no fué más que una muestra insignificante; porque el depósito de monerías de Octavio era inagotable. Unas veces pedía el pañuelo á su novia y se lo devolvía al día siguiente, después de haber dormido con la cabeza apoyada en él.

A los pies del lecho, indolentemente envuelta en una especie de bata de color de rosa con encajes, mal cogidas las anchas trenzas negras, extendidos los pies, que calzaban unos chapines de tafilete blanco, apoyado un brazo en otro brazo del sillón, y sobre la mano uno de esos semblantes en que no se sabe qué admirar más, si la fuerza de la juventud, la fuerza de la hermosura ó la fuerza de la expresión, había una mujer como de veinticuatro años, sonriente, alegre, escuchando con delicia á Quevedo, que leía uno de los mejores capítulos del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.

Tuve necesidad de releer en el código que todo hombre lleva dentro de mismo, los capítulos del deber y del sacrificio; al mismo tiempo me repetía que no hay situación por humilde que sea, en la cual no pueda sostenerse y aun acrisolarse la dignidad personal.