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Los andaluces echaban en cara a los manchegos su rusticidad y a los castellanos su falta de sangre cañí, adulterada por innumerables cruces con los payos. Estos, a su vez, despreciaban a los procedentes de Andalucía por sus trapacerías y enredos, que habían dado a la raza su fama deshonrosa. Reconocíalos Isidro a simple vista a los pocos días de vivir en las Cambroneras.

Pichua, en lengua de Tehuel, es el nombre del guanaco, pero no tiene semejanza con luchan ó huan, de la de los Moluches, ni yagip, agua con coni yagui, aguaducho; con cohue, ni cani, gente, con che ó het.

Señó: paece mentira que mi tío se porte tan mal con los suyos, siendo un cañí. ¡Con tanto que le quería el probé de mi pare!...

Muchas son las obras musicales que dejó Guerrero, y de ella citaré las que da noticias La Foge, que son entre otras, á más de seis misas , las impresas con los títulos Magníficat quatuor vocum, Il secondo libro di Messe , Il primo libro di salmi á quattro, Hymnorum in Hispalensi eclesiæ tantum cani, solita, &. &.

Era una cañí, una hija legítima del marqués de San Dionisio. ¡Que no le quitasen a ella sus juerguecitas hasta el amanecer, tocando palmas y taconeando sentada, con las faldas en las rodillas! ¡Que no la privasen del vino de la tierra, que era su sangre y su felicidad! Si rabiaba la familia, que rabiase. Ella quería ser gitana como su padre.

Isidro, al salir de su casa por las mañanas, hablaba con Salguero el esquilador. Este le salía al paso, saludándolo con grandes cortesías. Vaya usía con Dios, señor excelentísimo. Ya sabe que Salguerillo es su fiel servidor, aunque sea un pobre cañi.

Santa Cruz tomó un tono muy plañidero para decirle: «¡Y yo tan estúpido que no conocí tu mérito!, ¡yo que te estaba mirando todos los días, como mira el burro la flor sin atreverse a comérsela! ¡Y me comí el cardo!... ¡Oh!, perdón, perdón... Estaba ciego, encanallado; era yo muy cañí... esto quiere decir gitano, vida mía.

La interminable tribu de cada una de sus favoritas, le acosaba con el lloriqueo servil y la codicia insaciable propios de la raza; y el marqués se dejaba saquear, riendo la gracia de estos parientes de la mano izquierda, que le adulaban declarando que era un cañi puro, más gitano que todos ellos.