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Actualizado: 16 de junio de 2025


Con estas tales señoras me entierren a , y no las hidalgas que en este pueblo se usan, que piensan que por ser hidalgas no las ha de tocar el viento, y van a la iglesia con tanta fantasía como si fuesen las mesmas reinas, que no parece sino que tienen a deshonra el mirar a una labradora; y veis aquí donde esta buena señora, con ser duquesa, me llama amiga, y me trata como si fuera su igual, que igual la vea yo con el más alto campanario que hay en la Mancha.

Cuando la corriente del río aumenta por las lluvias, se atraviesa por un pequeño puente y se sube por una pendiente rápida y escabrosa a unas casitas cubiertas de tejas que se ven agrupadas sobre una pequeña eminencia. Un campanario de piedra color gris domina este grupo de casas. Este es mi pueblo.

Pues pasa que la mula de Su Santidad... ¡Dios mío! ¿Qué será de ?... Pues pasa que la mula de Su Santidad... ¡se ha encaramado al campanario!... Pero, ¿ella sola? , señor, excelso Padre Santo, ella sola... ¡Mire, mire, allá arriba!... ¿Ve Su Beatitud la punta de las orejas asomando?... Parecen dos golondrinas...

Un día contemplaba en viejo campanario la ligera veleta de su eterno girar, y pensé que es veleta el hombre en su calvario que gira sin descanso en constante penar. Y, si acaso, hay momentos de calma lisonjera que de gozo inocente nos hacen sonreir, son momentos fugaces que con la primavera dejan triste recuerdo en el pecho, al partir.

En este día, cuando la campana lanza sobre el valle su acento plañidero Se siente un gemido triste y prolongado que sale del campanario Es la voz de lo desconocido que llora al ver pasar dos féretros en dirección al cementerio. De la noche a la aurora, ¡oh, campana! lloras con mis ojos y gimes con mi corazón.

El campanario, despojado de su adorno legítimo, se alzaba como un gigante exánime, de cuyas vacías órbitas hubiese desaparecido la luz de la vida. Enfrente de la entrada duraba aún una cruz de mármol blanco, cuyo pedestal, medio destruido, la hacía tomar una postura inclinada, como de caimiento y dolor. La puerta, antes abierta a todos de par en par, estaba ahora cerrada.

Enfrente de don Román coloca el señor Pereda otro tipo, montañés de pura raza, y el mejor tipo de Pereda, el arbitrante Patricio Rigüelta, Maquiavelo de Campanario, como dijo aguda y felizmente un crítico.

¿Falta mucho para llegar? preguntó el senador. Allí dijo el oficial, señalando por encima de los montones de tierra. Allí, era un campanario en ruinas y varias casas quemadas que se veían á lo lejos: los restos de un pueblo tomado y perdido varias veces por unos y otros. El mismo trayecto lo habrían hecho sobre la corteza terrestre en media hora marchando en línea recta.

En la pendiente de la colina, un campanario, ennegrecido por un incendio, eleva su torre ahumada entre algunas casuchas groseramente agrupadas en anfiteatro, y en los confines de la llanura se ven algunas alquerías con sus huertos y algunas quintas de recreo.

Aquel día Ribera derrengó a palos media jauría de perros, y el látigo anduvo bobo entre los pobres esclavos, que a su merced se le había subido la cólera al campanario. Cansado de castigos y de pesquisas y viendo que sus afanes no daban fruto, se acerco al arzobispo, que era muy su amigo, y lo informó de su gran desventura, al lado de la cual los trabajos de Job eran can-can y zanguaraña.

Palabra del Dia

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