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Leonora aún estaba allí. La esperaría en el camino del huerto; había que aprovechar la mañana. El campo parecía estremecerse bajo los primeros besos de la primavera.

En medio de un campo segado, al que habían pegado fuego los labradores, se alzaba una columnita de humo. Medio pollito se acercó y vio una chispa diminuta, que se iba apagando por instantes entre las cenizas. «Amado Medio pollito le dijo la chispa al verle : a buena hora vienes para salvarme la vida. Por falta de alimento estoy en el último trance.

, Nuño, aquí te queda; y si te hallares Para salir al campo descansado Y podrásme alcanzar donde ya sabes. NU

Una hora después, el silencio era tan profundo como en el campo. Aquella suspensión de la vida, el amodorramiento súbito y absoluto de aquella ciudad encerrando un millón de hombres, me asombró más todavía que su tumulto.

Salí por la mañana del dia 6 de Julio de 1784, con direccion al Molino de Caroyo, distante 12 leguas al rumbo del N 13° O: inmediatamente pasé el Rio de la Ciudad, al que dán el nombre de Primero: su fondo é inmediaciones son muy pedregosas, su caudal mediano, y de uno y medio pies de profundidad, siendo su agua regular: el camino es de pendientes, suave y de buen piso: el campo todo de bosque y árboles, mas ó menos poblado; hay algun pasto, pero segun he examinado es mucho menos de la cantidad que se dice, y hay, como en todo, mucha ponderacion.

Al terminar la guerra, cuando Martínez pasó á ser defensor del gobierno recién constituído, Guadalupe no quiso prolongar sus hazañas militares. Era ridículo que la esposa de un comandante de operaciones saliese al campo á perseguir á los rebeldes, muchos de los cuales había conocido ella meses antes como amigos, teniéndolos por excelentes personas.

Con esto, acortando razones, subieron a caballo, y don Quijote volvió las riendas a Rocinante para tomar lo que convenía del campo, para volver a encontrar a su contrario, y lo mesmo hizo el de los Espejos.

Empieza estudiando detenidamente al hombre en su doble naturaleza física y moral, internándose con paso firme en el campo de la Antropología. Su talento esencialmente analítico va arrancando a la materia las secretas leyes por que se rige, y más tarde al espíritu los vagos y complejos impulsos que le animan.

Su madre ya no iba al campo; se quedaba en la gañanía para cuidarla. Hasta para dormir tenían que mantenerla con el cuerpo erguido, mientras su pecho se agitaba con un estertor de fuelle roto. ¡Ay, Señó! gemía el gitano, perdiendo la última esperanza. Lo mezmo que los pajarillos cuando los jieren.

Después la vida le había hecho hombre, había seguido la escuela de su madre... una aldeana que no veía en el campo más que la explotación de la tierra.