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Las ballenas se doblaban y parecían próximas a estallar con la presión de sus vientrecillos cada vez más redondeados. Al pasar junto a un balcón, hiriólas el frío que entraba por las rendijas. Llovía, y la gente pasaba chapoteando en el fango, con el paraguas calado. ¡Qué bien se estaba allí dentro, en el caliente comedor, ante una mesa tan abundante!

¡Burr! hizo tiritando un hombre envuelto en una capa y calado un ancho sombrero, que había salido del balcón ; hace una noche de mil y más diablos.

Creí que aquel hombre era el carácter cómico, el bufo, el payaso. ¡Qué gestos! ¡Qué gritos! ¡Qué contorsiones! Pero la puerta del fondo se abre, como sale una bala del cañon. ¿Qué es eso que asoma? ¿Qué es ese bulto que sale corriendo, voceando, con el sombrero calado hasta las orejas, y con un frac cuyas estrechas puntas van golpeando sobre los talones de aquel bulto? Es el actor cómico.

Ahora será fácil comprender la importancia que tiene la elección del vapor en que se debe tentar la aventura. Se necesita un buque de poco calado, para no vararse, y de mucha fuerza para vencer los chorros. El Victoria tenía todas esas condiciones, pero... El que salía el 24, era nada menos que el Antioquía, el barco más pesado, más grande y de mayor calado que hay en el río.

Capiteles que apenas parece haber tocado el cincel árabe, puertas de mosáico donde aparecen pintados de colores y oro los mas caprichosos adornos bizantinos, cúpulas levantadas sobre ligeras columnas, bóvedas de alabastro, ajimeces de elegante calado donde la naturaleza hace oir aun voces misteriosas, muros cubiertos de relieves de estuco, preciosos alicatados en que de las mismas leyes geométricas se ve brotar á raudales la armonía, objetos á cual mas bellos detienen por momentos los pasos del viajero, que apenas acierta á contemplarlos sin que en medio de la soledad y el silencio que le rodea crea percibir aun el dulce aliento de los genios que crearon tan vasto monumento.

El viejo roncaba echado en su silla, con las piernas extendidas, la cabeza hacia atrás y el sombrero calado hasta las cejas. A su lado, sobre una estrecha cama de madera, yacía Juanito envuelto estrechamente como una momia en la manta, que le tapaba todo, excepto una parte de la frente y una manecita cárdena y estirada que pugnaba inútilmente por entrar.

Después de oír varias misas en cada una de estas iglesias, calado el gorro hasta las orejas, y de echar un parrafito con beatos o sacristanes, iba de capilla en capilla rezando diferentes oraciones. Al despedirse, saludaba con la mano a las imágenes, como se saluda a un amigo que está en el balcón, y luego tomaba su agua bendita, fuera gorro, y a la calle.

¡, es mucha Curra esa! dijo lastimeramente una señora vieja, avellanada, pringosa, que asomaba entre rasos y blondas, como en su papelillo calado un dulce de almíbar. Yo nunca creí que tuviera valor para presentarse aquí esta noche observó otra. ¡Bah!... A eso y mucho más llega su desvergüenza. ¿Su desvergüenza? preguntó Diógenes . ¿Y por qué? ¿Por qué?... Capaz serás de defenderla.

Os confieso que estoy tan manoseado, tan traído, tan cansado, tan sin sueño y tan con hambre, tan calado y tan frío, tan asendereado y lastimoso, que no tengo memoria, ni siento más que los huesos que me duelen, las ropas que me mojan, los ojos que se me cierran, el estómago que pide más que cien frailes, y los pies que me chillan. Esto sin contar la cabeza, que se me anda.