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Actualizado: 30 de junio de 2025
Había llegado aquel momento supremo de las agitaciones populares en que las turbas se paran silenciosas, alterados los miles de corazones por un solo y profundo temor, trastornadas las mil cabezas con una sola duda. Falta que una voz sola diga lo que todos sienten.
La casa estaba llena ya de adornos esculturales: cabezas, brazos, torsos, andaban diseminados sobre las mesas y cómodas o colgados de la pared. Carlota sentía un desprecio profundo hacia estos cachivaches aunque se abstenía de manifestarlo abiertamente por miedo de disgustar a su marido.
Sin embargo se logró desvanecer el proyecto de los sediciosos, y escarmentar á los Tobas, de que se siguió la entrega de las cabezas principales del motin, que sufrieron el último suplicio en la plaza pública de aquella ciudad, de cuyas resultas se consiguió algun sosiego, y que calmaron en parte los justos temores que ocasionaba un acontecimiento de esta naturaleza, temiendo con razon, que si tomaba cuerpo y trascendencia el alzamiento á toda la provincia, hubiera sido muy dificultoso y arriesgado el sugetarla, que por su estension pasaba de 300 leguas, sin mas poblaciones considerables que Córdoba, Santiago del Estero, San Miguel del Tucuman, Salta y Jujuy: pues aunque lo restante está muy poblado, son pequeñas aldeas y estancias, habitadas por hombres tan parecidos á las fieras y tan gigantes, que pueden considerarse los verdaderos Centauros que nos fingen los poetas.
Su renacimiento venía de más lejos que el de Miguel. Se olvidó de lo que la rodeaba. Sus ojos continuaron abiertos, pero se habían borrado de ellos el mar, el cielo dulce del ocaso, hasta las ramas de pino que formaban un dosel silvestre sobre sus cabezas. De pronto volvió á contemplarlo todo, encorvándose al mismo tiempo para repeler al hombre.
Las primeras autoridades de la provincia previeron futuras cesantías ó cambios de destino; los pobres gobernadorcillos y cabezas de barangay se inquietaron y no pudieron dormir, temiendo no vaya á antojársele al divino cazador sustituir con sus personas la falta de sumision de los cuadrúpedos del bosque, como ya lo había hecho años antes un alcalde viajando en hombros de polistas porque no había caballos tan mansos para responder de su persona.
La joven se marchó, y el gigante, al verse solo, se puso de pie para aproximarse al lugar donde la hoguera acariciaba con sus últimas llamas la panza del caldero. No encontró como alimento mas que un caldo sucio en el que flotaban espinas y cabezas de pescado.
Las indias gastan quiapí, lo mismo que los indios, con la diferencia de que no lo atan por la cintura, sino por el pescuezo, que lo apuntan con unos punzones de fierro pequeños, teniendo las cabezas de ellos como espejos de plata ó de hoja de lata, y desde la cintura un tapa-rabo corto, á medio muslo por delante.
Los cinco hermanos, revueltos en un tropel, siguen gritando en el centro de la estancia, y los brazos se levantan sobre las cabezas amenazadores y coléricos. DON FARRUQUI
El niño lanzó un grito de alegría, enlazó con un abrazo el cuello de su padre y con el otro el de su madre, acercando sus cabezas y cubriéndolas sucesivamente de besos. En aquel instante se abrió la puerta y dio entrada al marqués de Elda. Papá marqués gritó su nieto , mañana nos vamos todos. ¿De veras? preguntó el marqués a su hija.
Caracterizarse como suelen hacerlo José Santiago ó Simó Raso, que supo ofrecernos en «El rayo verde» y en «Los malhechores del bien» dos «cabezas» inolvidables, es muy difícil.
Palabra del Dia
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