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Actualizado: 15 de mayo de 2025


Yo afecté al principio querer reunirme á la cabalgata, pero la señora de Laroque y el doctor me lo prohibieron enérgicamente, y me dejé persuadir sin trabajo de que me era necesario tomar mi lecho, del que á la verdad tenía gran necesidad.

Salió la cabalgata á ver á los reyes llevando delante el pregonero, los ministros de la justicia y los escribanos, todos ellos vestidos con trajes de colorines, que, á juzgar por la descripción que de ellos conozco, aunque embobaran á las gentes sencillas, eran harto ridículos y estrafalarios.

De las frecuentes expediciones a la Tejuca, ya volvíamos a altas horas de la noche, formando alegre cabalgata, ya volvíamos al rayar el alba. No se crea con todo, que las expediciones a la Tejuca eran el mayor encanto que Río tenía para nosotros. Había otro encanto mucho mayor, la casa de la Sra. de Figueredo, centro brillantísimo de la high life fluminense.

Una caña acueducto. El camarín de Alaminos. Cuatrocientas dalagas á caballo. Tubiganes. Garzas blancas. Cuesta y puente de las Despedidas. Bulliciosa cabalgata. Cocales. El puente de la Ese. Vista de Tayabas. El kilómetro 146.

Como era tan presumida y extravagante en su vestir, creí que doña Flora preparaba para su propio cuerpo aquellas vestimentas; pero luego conocí, viendo su gran número, que eran prendas de comparsa de teatro, cabalgata o cosa de este jaez.

Cuando la cabalgata se alejó de allí, don Simón no pudo menos de decir a don Celso, con desencanto: Si éste es de los que me apoyan en el distrito, ¿cómo serán los que me combaten? ¿Qué puedo prometerme de los dudosos? No haga usted caso de palabras ni de semblantes, señor don Simón respondió don Celso . Ese hombre, como usted le ve, donde pone la intención mete la cabeza.

A las puertas del lugar salieron los muchachos y los hombres de a pie a recibir la lucida cabalgata, y todos entraron por aquellas calles al son de las campanas que se habían echado a vuelo, entre vivas y aclamaciones, y atronando el aire a tiros de cuantas escopetas estaban servibles en Villafría. Crisis

Las de Pajares dejaron que se alejase la cabalgata con su estruendo de tamboriles y dulzainas y siguieron su marcha por las calles cubiertas con espesa capa de arena para el paso de las rocas. A la hora de la comida llegó Andresito a casa de las de Pajares. Lo enviaban sus papas para hacer el ofrecimiento de todos los años. Ya se sabía que el balcón de Las Tres Rosas era el mejor del Mercado.

El novio montaba en un caballo, llevando la hembra a la grupa; todos los chavales, jinetes en sus mejores bestias, les daban escolta, llevando también a ancas las mozas del barrio, y la vistosa cabalgata partía al trote por los campos, como si esta ceremonia fuese una iniciación del matrimonio en la vida andariega de la raza.

En la organización de tal cabalgata es seguro que exprimieron su magín los sastres, ayudados, tal vez, por algunos de los más doctos ingenios, logrando ser el asombro de la ciudad.

Palabra del Dia

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