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Actualizado: 25 de julio de 2025


De modo que si no había tenido la fortuna, como también se creía, de caer en algún invernal, covachona o cosa así, era hombre muerto a aquellas horas, porque debía de haber en los montes más cercanos cosa de una vara de nieve. ¡Era mucho lo que había trapeado desde la caída de la noche!

La guardia ratonil, inmóvil, silenciosa, preparada, mordiendo ya casi el cartucho, protegía el paso del rey Buby, formando desde el dormido D. Gaiferos hasta los dos agujeros de entrada y de salida el formidable triángulo romano de la batalla de Ecnoma... Era aquello imponente y aterrador... Una vieja feísima dormía en una silla, con la calceta á medio hacer caída sobre las faldas.

En el ejemplo presente, el cuerpo no podia caer sin remover la coluna; y debia caer por necesidad en cuanto se la removiese; pero la causa de la caída no está en la remocion sino en la gravedad, como lo manifiesta el que si el cuerpo que se hallaba sobre la coluna hubiese tenido una gravedad específica igual á la del flúido en que se hallaba sumergido, la remocion de la coluna no le habria hecho caer.

El sol entra fúlgido y cálido por los cuarterones de la puerta; los muebles destacan limpios; gorjea un canario. Y la peinadora va esparciendo sobre la espalda las blondas y ondulantes matas. Y un momento estas tres niñas blancas, gallardas, con sus cabelleras de oro sueltas, con la cabeza caída, semejan esas bellas mujeres desmelenadas de Rafael en su Pasmo, de Ghirlandajo en su San Zenobio.

Del piano saltó entonces un allegro vivace, con muchas octavas, y el tecleo cubrió las voces... sólo se oyeron fragmentos del diálogo que sostenían la agria voz de doña Dolores y la voz becerril de su cuñado. La fábrica, bien... de capa caída... las hipotecas... al ocho.... Liquidaron con el socio... la competencia....

Parecía confundida por los cuidados que le prodigaban; hablaba, con los ojos húmedos, de los seres queridos que iba a volver a ver, si Dios lo permitía... A la caída de una tarde serena se abrió ante nuestras miradas ávidas el bello cuadro de la Gironde, rodeado de encantos por las sensaciones de la llegada.

Abajo estaban la sombría alarma, el perpetuo miedo á los bandos que desgarraban el país vasco, los ventanucos para dar paso al arcabuz; arriba la elegancia, copiada de los árabes; la alegría en la construcción, de un pueblo artista; las ventanas graciosas como ajimeces moriscos, para soñar en ellas á la caída de la tarde, después de haber leído un libro de caballerías.

La caída es la destinada á los pretendientes á hombres de justicia, mediquillos sin parroquia, cuadrilleros en activo, tulisanes arrepentidos, jueces de ganados, aprendices á directorcillos y demás gente del bronce.

Y sobre todo, ¿qué motivo tan grave de queja no había dado D. Luis a su padre? Su disgusto, su cólera cuando supiese el compromiso que ligaba a Luis con Pepita, se ofrecían al ánimo de D. Luis y le inquietaban sobre manera. En cuanto a lo que él llamaba su caída antes de caer, fuerza es confesar que le parecía poco honda y poco espantosa después de haber caído.

A la caída de la tarde del día siguiente, Nuño y Juan Moreno Güeto volvieron al castillo, pero volvieron solos. Del mancebo nada se supo después. Nuño y Juan Moreno Güeto no quisieron satisfacer nunca la curiosidad de la gente de la guarnición diciendo dónde le habían dejado.

Palabra del Dia

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