Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 31 de agosto de 2025
Alteradas ó destruidas las relaciones de los cuerpos, se destruye la distancia que es una relacion: luego no habrá ni distancia de cien varas, ni de una vara, ni de ninguna especie; es así que la contradiccion se funda en la suposicion de la existencia simultánea de las distancias de cien varas y de una vara, luego no existiendo las distancias no hay contradiccion.
Y más, que no tendré a deshonra la tal caballería, porque me acuerdo haber leído que aquel buen viejo Sileno, ayo y pedagogo del alegre dios de la risa, cuando entró en la ciudad de las cien puertas iba, muy a su placer, caballero sobre un muy hermoso asno.
A mi ver, ha habido bastantes épocas en la Historia en que la profecía de ese advenimiento pudo estar más fundada. Tomemos, por ejemplo, los cien años que van de 1480 a 1580.
19 Y tuvieron guerra con los agarenos, y Jetur, y Nafis, y Nodab. 20 Y fueron ayudados contra ellos, y los agarenos se dieron en sus manos, y todos los que con ellos estaban; porque clamaron a Dios en la guerra, y les fue favorable, porque esperaron en él. 21 Y tomaron sus ganados, cincuenta mil camellos, y doscientas cincuenta mil ovejas, dos mil asnos, y cien mil personas.
Este gran intento se pensó y consideró muy despacio, y últimamente se resolvió emprender obra tan suntuosa y costosa como se ve; y así en setiembre del año de 23 tuvo principio el crucero, que en cien años no se pudo acabar.
Fortunato, temblorosa la voz, solicitaba un préstamo. El Magistral se hizo rogar, y ofreció anticipar el dinero después de humillar cien veces al buen pastor que tomaba al pie de la letra las metáforas religiosas. «¿A qué habían venido las sotanas nuevas? Y sobre todo, ¿por qué las pagaba él, Fortunato, de su bolsillo?
Don Lorenzo, don Agapito, don Pancho, don Aquilino, don Germán y don Justo, eran indianos, esto es, gente a quien sus padres habían enviado a América de niños a ganarse la vida y habían vuelto entre los cincuenta y sesenta años con un capital que variaba de treinta a cien mil duros. Había de éstos más de cincuenta en Sarrió.
Cuando se marcharon los dos, el prendero escondió el cuadro. A las cuatro de la tarde volvió el dueño. ¿En dónde está mi cuadro? Tengo que hablar con Vd. Bien, hable Vd., pero tengo prisa y quiero el cuadro. 50 ¿Dónde está? ¿Quiere Vd. venderlo? No, señor. Le doy cien duros por él. No quiero venderlo. 55 Doscientos. Nada. Quinientos. Nada, nada. ¿Quiere Vd. mil? 60 No, señor.
Junto á los criminales y depravados había hallado también hombres de corazón valiente, amigos cordiales, un noble jefe cien veces más útil á su país y á sus compatriotas que el virtuoso abad de Berguén, cuya vida transcurría olvidada y monótona de año en año, en un círculo mezquino, rodeado de aquellos monjes que rezaban, comían y trabajaban sosegadamente, aislados del resto de los mortales y como si en el mundo no hubiera más habitantes que ellos ni más horizontes que el de los terrenos de la abadía.
Tú lo has dicho: no hay mal que cien años dure, y cuando se tocan de cerca los grandes inconvenientes de vivir lejos de la ley, no hay más remedio que volver a ella. Ahora te parece imposible; pero volverás. Si es lo natural, es lo fácil, lo fácil... Solemos decir: «tal cosa no llega nunca». Y sin embargo llega, y apenas nos sorprende por la suavidad con que ha venido.
Palabra del Dia
Otros Mirando