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Actualizado: 11 de junio de 2025
Si me sale blando y sin vergüensa le doy un goyetaso ¡y a viví!... A mí me podrá hasé peaso un toro, ¡pero en la vía un roío buey!
Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey, que si esto haces, vendrá a ser feos pies de la rueda de tu locura la consideración de haber guardado puercos en tu tierra.
Enganchó al caballo, puso el yugo al buey, persuadió á la vaca de que debía permanecer quieta en un establo y dejarse ordeñar resignadamente; también logró convencer á la gallina y al cerdo de que les convenía vivir cerca del hombre, para que éste pudiera matarlos cómodamente cada vez que le apeteciese alimentarse con sus despojos.
Tenía el corcovadito ciertas aptitudes para el dibujo, cierto espíritu observador, y en dos por tres, de un rasgo, con dos o tres líneas trazaba la silueta de un buey o de una vaca, sus animales predilectos, predilectos porque les tenía miedo.
Acudieron muchos de los presentes á examinar los estragos, y un señor dijo: «Es que se ha hundido la mesa y todas las figuras se han revuelto.» Empezaron á recoger las figuras y á ponerlas en orden. Después del minucioso recuento y de reconocer una por una todas las piezas, se echó de menos algo. Buscaron y rebuscaron; pero sin resultado. Faltaban dos figuras: la Mula y el Buey.
La 1.ª de 100 animales, de Salta á Tucuman; la 2.ª de 130, de Tucuman á los arroyos de Buenos Aires; y la 3.ª de 84, de los arroyos á la capital. La segunda de estas mudas suele ser propiedad del tropero, y cuesta á su dueño 910 pesos, á razón de 7 pesos cada buey: cuyo interes, al 1-1/2 por ciento al mes, suman en cada año 163 6
Y marchando á colocarse de nuevo á su sitio añadió resoplando como un buey: Era un mozaco de Rivota. ¡Puño, qué bofetón le di! ¡Pensé que me quedaba la mano allá! Todos le miran con sorpresa y admiran su valor intrépido y la fuerza incontrastable de sus manos.
¡Oh! qué hermosos paseos por el campo de adornos cambiantes, pero tan bello bajo su manto de nieve como con su traje de esmeralda, donde ella le revela el Creador en la creación, la eterna potencia en la eterna bondad, la majestad divina en la inmensidad de los cielos como en el más pequeño agujerillo, en el roble gigante como en la hierbecilla, en el buey de paso pesado que hiende lentamente el surco como en la mariposa de ligero vuelo que se pierde en el espacio...
De todas ellas he hablado extensamente en otras ocasiones, y forzoso me será repetir algunos de los conceptos que entonces expuse. El asunto de El buey suelto, es el más viejo y el más nuevo que puede imaginarse.
Jacobo no había venido todavía, y disgustada Currita por creer que toda palabra del buey Apis pronunciada a espaldas de aquel amigo querido era un fraude que a este se hacía, salió impaciente en su busca. Solía Jacobo algunas veces entrar en el boudoir o en las habitaciones de Fernandito como persona de la más familiar confianza, y no parecer en el salón hasta el momento mismo de la comida.
Palabra del Dia
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