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Actualizado: 19 de junio de 2025


Nada hay tan hermoso como el espectáculo de aquellas montañas pobladas de bosques, elevándose unas sobre otras en el cielo pálido; de los corpulentos brazos, que se extienden hasta perderse de vista, cubiertos de nieve; de los obscuros barrancos, encajonados entre los bosques, con el torrente al fondo saltando entre los cantos rodados tan verdosos y bruñidos como el bronce.

Allí el antiguo arcabuz de chispa alternaba de igual a igual con el moderno rifle americano de doce tiros, el estoque cilíndrico de hierro con el espadín pavonado que guardan los nuevos bastones, el cachorro tosco de bronce con el revólver nielado.

El modo de cargar las piezas con pólvora á granel introducida con cuchara, se indica en la siguiente Cédula real, que recomienda la sustitución en las Indias de la artillería de hierro forjado por la de bronce . «El Rey. Comendador mayor, nuestro veedor general de la nuestra Artillería.

Alzó ella la cabeza con un infantil movimiento de curiosidad, y sonrió, murmurando: ¡Qué precioso!... Y tendrás añadió la voz sugestionadora una cama dorada, con paños de brocatel...; un tocador vestido de encajes..., ¿quieres?...; unas ánforas de bronce llenas de rosas.... Carmen, levemente, como en el éxtasis de un encantamiento, respondía: ....

Criatura, ¿acaso el muchacho es de bronce?... Su suerte consiste en que da con personas de tan buena pasta como yo, que comprender los desvaríos propios de la juventud, y estoy prevenida contra los vehementes arrebatos lo mismo que contra los lazos del enemigo. Calma y sosiego, Gabriel, y esperar con paciencia la suerte que Dios destina a las criaturas.

En cambio, confesaba, avergonzada, que ciertas melodías de zarzuela y muchas canciones populares la encantaban. Otra cosa no confesaba, aunque no era menos cierta. La música que algunas veces acompaña a los entierros, que por regla general es pésima y compuesta casi exclusivamente de instrumentos de bronce, la conmovía profundamente hasta hacerle derramar lágrimas.

Blanda al principio como la cera, el tiempo la pone tan dura como el bronce y le da un hermosísimo color de oro.

Sobre la chimenea, nunca encendida, había un reloj de bronce con figuras, que no andaba, y no lejos de allí un almanaque americano, en la fecha del día anterior. Al medio minuto de espera entró D. Carlos, arrastrando los pies, con gorro de terciopelo calado hasta las orejas, y la capa de andar por casa, bastante más vieja que la que usaba para salir.

Entre ellos, en un rincón del aposento, se hallaba un gran cofre de hierro, cubierto, casi en su totalidad, con clavos y remaches de bronce. Este era, sin duda alguna, el cofre al cual el moribundo había querido referirse, pero la llave no había podido encontrarse y el secreto, si secreto había en él, permanecía ignorado.

Alrededor de los muros hay banquetas de la misma tapicería que cubre a estos, y cinco soberbias consolas de mármol y bronce sosteniendo candelabros y bustos de Isabel II y Francisco de Asís, Felipe V y Fernando VI.

Palabra del Dia

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