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Esa maravilla resumía para todos los progresos y la gloria del hombre, toda la divinidad de este sér que, hecho á semejanza moral de Dios, lleva en su mente los atributos inmortales del alma inteligente y pensadora, Cada rueda, cada cilindro, cada miembro de la máquina del Bogotá me parecía la imagen de cada uno de los músculos y los órganos vitales del hombre, Allí estaba concretada toda la historia de la humanidad, porque esa máquina animada por el hombre era el movimiento, la fuerza, la tenacidad, el genio, la fe, la vida, el espíritu, la luz, la civilizacion, el progreso indefinido y eterno.

Tres hombres cantaban primero una estrofa; todos respondían con el estribillo, y luego tres mujeres cantaban otra, y así sucesivamente. Confieso que en aquella escena salvaje, pero llena del encanto de la fe y la piedad, encontré mas poesía y mas religión que en los cantos del vapor Bogotá.

Los pocos pasajeros a quienes tan ruda jornada había tocado, éramos, como creo haberlo dicho ya, el profesor suizo, un joven de Bogotá, García Mérou y yo. Además, venía una rarísima mujer, colombiana, de buena familia, pero que en Francia habría pasado por tener una colección de arañas au plafond.

No se figuran por cierto en España, cuando sus hombres de letras más distinguidos aplauden sin reserva los grandes trabajos de un Caro o de un Cuervo, que sus autores viven en la región del cóndor, en las entrañas de la América; a veces, y por largos días, sin comunicación con el mundo civilizado... El extranjero vive mal en Bogotá, sobre todo, cuando su permanencia es transitoria.

Nadie, por otra parte, hace caso. ¿Acaso en París no atruenan por la noche en los bulevares una nube de muchachos que venden boletines con la noticia del asesinato de Gambetta o el accouchement de M. Grévy, como lo he oído frecuentes veces? No es raro oír en Bogotá: «Fulano me ha echado hoja». Es decir, Fulano ha escrito contra una hoja suelta, que ha hecho imprimir y fijar en las esquinas.

Llegó á tan alto grado el encono de sus adversarios políticos, que conjurándose contra él, dominados por el criminal objeto de arrancarle el mando con la vida á un mismo tiempo, apellidándole tirano de la patria, el 25 de Setiembre atacaron de mano armada en Bogotá el palacio á la hora de la media noche, despues de asesinar á los centinelas, y lograron penetrar hasta la estancia del Libertador; afortunadamente pudo este salvarse arrojándose á la calle desde una ventana que por falta de prevision de parte de los agresores habia quedado sin custodia alguna.

Poco despues el vapor Bogotá siguió su marcha, confundiendo los silbidos de su locomotiva con los gritos de despedida, y yo me quedaba en Calamar para emprender una segunda peregrinacion de muy distinto género.

El 6 de febrero era el último de mi viaje á bordo del vapor Bogotá, el cual debia seguir su ruta hasta Barranquilla, puerto distante cinco ó seis leguas de la bahía de Sabanilla, y que recibe algo del movimiento comercial de Santa-Marta; miéntras que yo debia separarme en Calamar y seguir en direccion á Cartagena, por camino de tierra, ó por el canal semi-artificial llamado el Dique.

En el año de 1718 fué instituído un virreinato. El primer virrey fué Antonio de la Pedrosa y Guerrero, y Nueva Granada fué gobernada con éxito por doce virreyes hasta el año de 1810, cuando los habitantes de Bogotá destituyeron al último, don Antonio Aynar y Borbón.

Hablando de Carlos Holguín, dice que «...y esto sea dicho aquí entre nosotros, Holguín fue uno de los cachacos más queridos de Bogotá, que le ha conservado siempre el viejo cariño». Ahora bien, ¿quiere saberse lo que es un cachaco?