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Actualizado: 7 de junio de 2025
Rondas y perros feroces por la noche, y paseo de Bobart con una escopeta al hombro ... Herminia pensó: "No sé exactamente lo que pasa; no comprendo la razón precisa de los actos de mi tía. Hay algo muy grave y yo corro un peligro." Su imaginación se exaltó y llega á una situación verdaderamente novelesca.
Herminia se disponía á poner el pie en el estribo; pero el tutor de Mauricio, cogiéndola por el talle, la atrajo hacia sí y con emoción que se comunicó á la joven, dijo: Ahora que está usted libre, niña querida, abracémonos. Se volvió después hacia Bobart, y, con voz muy tranquila, añadió: Adiós, Bobart; estoy tan contento, que olvido todas sus canalladas.
Atravesadas éstas, se estaba en el patio, pero, para llegar á la escalera era preciso pasar por delante de las habitaciones de la señorita Guichard y de Bobart. ¡Cuántas probabilidades de ser cogida antes de llegar al piso bajo! Y aquel era, sin embargo, el único paso practicable. El almuerzo llegó cuando Herminia se entregaba á estas combinaciones y proyectos.
Sonó la hora de comer y también se sirvió á Herminia en su cuarto, lo que le causó sumo placer. La comida entre su tía y Bobart hubiera sido insoportable. Comió con apetito, como si un secreto instinto le dijese que muy pronto tendría necesidad de todas sus fuerzas.
Usted conviene en ello.... Yo no convengo en nada.... Ustedes me violentan ... me amenazan.... Sí; todo lo que convenga para saber dónde está la señorita Guichard.... Pues bien.... ¡Ha partido! ¡Ha partido! ¿Con la señora de Aubry? Con la señora de Aubry y en la propia carretela de usted. Vaya; ¿está usted satisfecho? dijo Bobart con expresión de radiante alegría. ¿Adónde la conduce?
Preguntado Mauricio acerca de este personaje había contado que Bobart iba con mucha frecuencia á casa de la señorita Guichard. Una vez había llevado consigo á su hijo, oficial de húsares y aspirante desahuciado á la mano de Herminia. Pero ni el padre ni el hijo parecían peligrosos. Roussel, sin embargo, ponía á su pupilo en guardia contra ellos.
El jardín, iluminado con faroles á la veneciana, aparecía invadido por los invitados. La señorita Guichard se vió en seguida rodeada por sus parientes y por sus amigos. Á una señal de Bobart se desencadenó la tempestad instrumental y exaltó á la concurrencia.
Hubo un momento en que pensé que eras tú el que habías impulsado á ese badulaque, pero la torpeza de su conducta me probó claramente que obraba por su propia iniciativa. Yo no os quiero mal, Bobart.
Si Mauricio no acudía; ¿cómo conseguir reunirse con él? ¿Quién los aproximaría? ¿Quién disiparía todos aquellos errores interesados? ¿Cómo caerían los obstáculos acumulados por voluntades hostiles? Una gran tristeza se apoderó de ella y rodaron sobre su cara gruesas lágrimas, lentas y amargas. Era cerca de media noche cuando subieron Clementina y Bobart.
Y entonces sería capaz de entrar en el parque y llegar hasta el castillo y, vestido de ese modo, el guarda ó Bobart podían tomarle por un merodeador y pegarle un tiro. Un miedo espantoso se apoderó de ella.
Palabra del Dia
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