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Actualizado: 1 de junio de 2025


Viendo a Pachín, uno muy antiguo en la casa, con aquel extraño uniforme, Gonzalo se había reído a grandes carcajadas, lo que excitó la bilis de su esposa.

Los árabes, aficionados á simbolizarlo todo, decian que las cuerdas del laud representaban, la primera, que era amarilla, la bilis; la segunda, que era encarnada, la sangre; la tercera, blanca, la linfa; la cuarta, negra, los malos humores. Zaryab añadió una quinta cuerda entre la segunda y la tercera, que correspondia al alma. Véase Al-Makkarí, cap. IV, lib. Véase la nota 2, pág. 98.

A esa hora se retiró a casa y don Rosendo también, el cual encontraba a su yerno harto distraído y preocupado. Gonzalo se disculpaba diciendo que le irritaba mucho la bilis la conducta de los amigos de Maza. Fuéronse a dormir. A eso de las once, cuando todo estaba en silencio, nuestro joven salió sigilosamente de casa y emprendió a pie por el camino de Tejada.

Pero comprendía que con esto no adelantaba nada; al contrario, pondría las cosas en peor estado, y se callaba tragando bilis o apelaba con timidez a los ruegos para conjurar la borrasca. Más de una vez pensó en irse de nuevo a la fonda; pero al instante su conciencia se rebelaba. ¿Esto no era egoísmo? ¿Qué adelantaba su hermana con que él no estuviese en casa?

El novio, cada vez más sofocado, gritaba con acento colérico: ¡Dejarlo!... ¡dejarlo! Se le ha destapao el tarro, y hasta que eche toda la bilis no callará. Velázquez se había aproximado para gozar de la guasa, dejando sola á María-Manuela á la ventana. Antoñico, se levantó de la silla donde estaba cerca de Soledad y, dando una vuelta con disimulo al aposento, se acercó á su antigua querida.

Mendoza continuó perfilándose, como decía Miguel, a más y mejor; cuando éste, encolerizado después de pagar la cuenta desahogaba con él su bilis, ponía una cara tan compungida e inclinaba la frente con tanta humildad, que la ira de su amigo disipábase como por encanto y concluía por reírse y resarcirse del dinero que soltaba con algunos sarcasmos que también resbalaban sobre la piel de Brutandor, sin lograr hacerle cambiar de conducta.

¡Hay paciencia para esto! exclamó el general tirando los naipes. ¿Qué es lo que exalta de esta suerte la bilis de nuestro tío? preguntó Rafael, que había entrado, a su prima Rita. La noticia que corre. ¿Qué noticia? Que te nombran mayor de plaza y lo ha tomado por una ironía. Tiene razón; yo no puedo aspirar a más dictado que al más chico de la plaza.

Palabra del Dia

rigoleto

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