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Actualizado: 11 de octubre de 2025


De paso haré una observación que puede parecer pueril, pero que prueba lo que vale la libertad. En Bilbao hay manufacturas libres de tabacos, y los superiores cigarros que alli compré fueron los únicos buenos que pude fumar en España, donde el monopolio produce la ventaja de dar malo y caro al consumo el mejor tabaco del mundo. La misma observación hice respeto de la sal.

Era un perpetuo estado de guerra ante la muerte; una batalla contra la ciega fatalidad y la barbarie de los hombres, cuyos ecos se apagaban en la misma montaña, llegando apenas á la opulenta Bilbao. El mineral marchaba ría abajo sin que nadie pensase en lo que había costado su arranque del suelo.

Un niño de tres años que empieza á hablar, y al verme me llama: «¡El papá de BilbaoEl amor me da lo que tantas veces deseé en mi casa sin conseguirlo. ¡Un hijo!... No lleva mi apellido, no puedo confesar que soy su padre, pero pienso en él, espero que crezca y ¡ya vendrá á mi lado! ¡ya haré por él cuanto pueda, que será mucho!

Desde aquella altura abarcaba la vista toda la tierra de las Encartaciones y además el abra de Bilbao, la ría, Portugalete. Los pueblos aglomerados en las orillas del Nervión, parecían formar una sola urbe. En último término, entre montañas, se adivinaba la villa heroica é industriosa: el humo de las fundiciones y fábricas se confundía con el cielo plomizo.

Hoy por hoy, Bilbao es ya una ciudad donde el dinero se cuenta por millones, y esta ciudad resulta doblemente extraordinaria porque se encuentra situada en el país de la calderilla. Indalecio Prieto, el actual diputado por Bilbao, es un diputado socialista, pero socialista para obreros.

Pregunté si la pasión del juego era general ó al menos bien notable en Bilbao, y me persuadí de que no era así. Alli no hay jugadores. ¿Por qué? Por lo qué hace á la mendicidad, ella no existe en Bilbao ni los demás pueblos vascongados. No vi ni un solo mendigo, y supe que en muchos pueblos la cárcel permanecía frecuentemente cerrada.

No pudo menos de ocurrirme la idea de Bilbao; figuróseme ver de pronto que se alzaba por entre las montañas de víveres una frente altísima y extenuada: una mano seca y roída llevaba a una boca cárdena, y negra de morder cartuchos, un manojo de laurel sangriento. Y aquella boca no hablaba. Pero el rostro entero se dirigía a los bulliciosos liberales de Madrid que traficaban.

Ha llegado la hora de las grandes reivindicaciones. La sociedad tendrá que dejarles un puesto a los millonarios, y si no lo hace, yo, millonario, dimitiría. Cuando un hombre, en Bilbao, dice que necesita vagonetas, esto no significa necesariamente que ese hombre necesite vagonetas. A lo sumo, las vagonetas las necesita un amigo de un amigo de un amigo suyo.

Me contraeré un poco mas á las provincias vascongadas, porque no he visitado ninguna porcion de la de Navarra. Si Bilbao es una ciudad esencialmente comercial, y la provincia de Vizcaya es muy notable por sus minas de hierro, la masa total de las tres provincias es tan agrícola como fabricante.

Los liberales buscaron el auxilio de Sánchez Morueta, recordándole que había peleado durante el sitio, y el millonario entregó mil pesetas para la elección. El mismo día doña Cristina, con la amplia libertad de que gozaba en el manejo del dinero, dió dos mil duros al Padre Paulí. Al conocerse en Bilbao las dos ofrendas, cayó sobre Sánchez Morueta el desprecio y la burla de ambos bandos.

Palabra del Dia

reclinándose

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