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Actualizado: 5 de julio de 2025
Este es el objeto de la educación laica, de la educación de las escuelas sin Dios, aquí con las escuelas del gobierno como en aquel Colegio de la Beata Imelda, dirigido por los PP. Dominicos, bajo la norma de las ideas japonesas traducidas en leyes imperativas, situado en Taihoku, capital de Formosa.
Sin dejar su humilde traje de beata, pero, con extremada, pulcra e inconsciente diligencia, peinado el undoso cabello y acicalada toda su gentil persona, La Caramba acudió de diario a rezar en la iglesia de Capuchinos y a pasar allí largas horas.
La Iglesia, los curas, bien; todo estaba bien; ella no era aficionada a las novenas; pero todo ello estaba en el orden, como el haber reyes, y contribución, y Guardia civil. Sobre todo, no se pensaba en nada de eso, no se hablaba de ello, ¿para qué? «Yo no soy beata». Y era atea perfecta, porque vivía en perpetuo pensamiento de lo relativo.
Era una beata del tercero ó cuarto orden, muy sincera y humildita, siempre dispuesta á obedecer sin réplica los mandatos de las de alta categoría, casi todas señoras muy autoritarias y gazmoñas, que hacían y deshacían á su antojo.
No he de relatar en detalles casos de alumbrados y alumbradas jóvenes, pero solo recordaré uno que produjo gran escándalo é hizo la comidilla en la población, siendo los protagonistas del suceso la beata carmelita Catalina de Jesús y el clérigo Juan de Villalpando.
Cuando volvía en conocimiento la beata, contaba cosas estupendas á sus amigas, y relataba sus conversaciones con Luzbel, y las confidencias que éste les hacía en las cuales trataba con la mayor llaneza de las cosas pasadas, presentes y futuras, dejando tales relaciones con la boca abierta á todos los incautos que las oían.
La testigo misma se lo había aconsejado para que se librase de una beata tan insufrible. ¿Y no es cierto preguntó el defensor que un mes, poco más o menos, después del regreso de Palencia, la querellante se presentó una noche en casa de mi defendido, y que fue arrojada por él de allí? Sí, señor. Explique cómo ha sido.
Don José se devanaba los sesos, sin lograr explicarse aquella trasformación ni acertar cómo pudo Tirso trocar tan pronto en beata a la que nunca fue devota, siendo lo peor del caso que no le dio la piedad por el amor al prójimo, ni por arreciar en el cuidado de su casa, sino que miraba el hogar y la familia como objetos inferiores.
No observaban que su marcha era más lenta y sus ademanes más tímidos; que le gustaba mucho estar sola y que á menudo se la encontraba distraída con los ojos puestos en el vacío; que vagaba, en fin, constantemente por su boca hermosa una sonrisa beata muy lejana de aquella aciaga y melancólica del tiempo en que por primera vez la vimos.
Sí, señor.... Petra temblaba, pero seguía dispuesta a mentir si le preguntaba por el ama. Bien; vete. Y don Víctor se puso a atacar con rapidez cartuchos y más cartuchos. En tanto el Magistral había explicado latamente lo que quería dar a entender con lo de la vida beata.
Palabra del Dia
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