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Actualizado: 17 de mayo de 2025
En número redondo dicen sus cartas que juntó en la flotilla 140 hombres; en el rol parecen 148 sin cortar su persona, la del adelantado D. Bartolomé, su hermano, y la de D. Fernando, su hijo. En resumen.
Fué, á creer á los analistas, el rosario de la hermandad de la Virgen de la Alegría de san Bartolomé, el primero que salió con sus luces é insignias, disputándose con él la antigüedad el de san Pablo, organizado por cierto fray Pedro Martín de Ulloa, y á estos dos siguieron rápidamente otros muchos que hicieron reformas por entonces.
BARTOLOME llamado DE SEGURA El toque casi fue del vencimiento, Tal es su ingenio, y tal es su cordura. Resonó en esto por el vago viento La voz de la vitoria repetida Del numero escogido en claro acento. La miserable, la fatal caida De las musas del limpio tagarete Fue largos siglos con dolor plañida.
Bartolomé, que quisiera más descansar que mudar de posada, pesóle de la mudanza; pero, en efeto, obedeció a sus señores. Llegaron a la iglesia, donde fueron bien recebidos del cura y del jadraque, a quien contaron lo que Rafala les había dicho.
Esta circunstancia nos ha determinado á hacer de las Rimas de don Bartolomé Mitre una edicion mas completa y correcta que la anterior, á la vez que mas lujosa, satisfaciendo así la demanda del público y enriqueciendo con ella la Biblioteca de Escritores Argentinos que hemos emprendido y de que llevamos publicados ya algunos volúmenes.
Este hombre debe de ser uno de aquellos grandes artistas de quienes me hablaba el hermano Bartolomé allá en Belmonte. Una expresión de profundo contento animó el cetrino rostro del artista al oir aquellos espontáneos elogios.
Porque el divino ingenio al levantado Valor de aquestos tres que el coche encierra, No hay impedirle monte, ni collado. Pasan volando la empinada sierra, Las nubes tocan, llegan casi al cielo, Y alegres pisan la famosa tierra. Con este mismo honroso y grave zelo, BARTOLOME DE MOLA, y GABRIEL LASO Llegaron á tocar del monte el suelo.
El arzobispo don Bartolomé María de las Heras no había gozado de esas mojigangas; y el primer año, que fué el de 1807, en que asistió a la procesión hizo, a media calle, detener las andas, ordenando que se retirase aquella mujer escandalosa que, sin respeto a la santidad del día, osaba pronunciar palabrotas inmundas. ¿Creerán ustedes que el pueblo se arremolinó para impedirlo?
Ni menos le remordería la conciencia por haber excitado con sus consejos y amonestaciones a la matanza de la noche de San Bartolomé, ni por haberse holgado de ella extremadamente, escribiendo a la reina Catalina: ¡bien ha mostrado Vuestra Majestad lo que tenía en su cristiano pecho!
Esto dicho, cerraron bien las puertas, fortaleciéronlas con los bancos de los asientos, subiéronse a la torre, alzaron una escalera levadiza, llevóse el cura consigo el Santísimo Sacramento en su relicario, proveyéronse de piedras, armaron dos escopetas, dejó el bagaje mondo y desnudo a la puerta de la iglesia Bartolomé el mozo, y encerróse con sus amos; y todos, con ojo alerta y manos listas, y con ánimos determinados, estuvieron esperando el asalto, de quien avisados estaban por la hija del morisco.
Palabra del Dia
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