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Actualizado: 19 de mayo de 2025
El Juan Ortiz se parte para Lima, Con título y blason de Adelantado: De barras lleva hecha grande rima, Que sabe Dios cual él las ha juntado. Aquesto le causaba gran estima, Y ser de todo él mundo respetado: Que tanto de valor cualquiera abarca, Cuanto tiene dineros en el arca.
A este no sola le constaba que muchos de los europeos estaban acaudalados, sino que él y algunos de sus inicuos compañeros vieron depositar muchas barras y zurrones de plata sellada en cara de D. José Endeiza, á quien se le consideraba mas de 50,000 pesos efectivos.
Al fondo se veían unos cincuenta barriles apilados en forma de pirámide, y a los lados, gran cantidad de barras de plomo y sacos de tabaco, cuyo fuerte olor impregnaba el aire. Marcos había dejado la linterna a la entrada de la bóveda y miraba su guarida con la cabeza levantada y la sonrisa en los labios.
En Cartagena amigos ayudaron A Zarate á salir de su laceria: Qué muchos de su mal se constritaron, Por verle haber venido á tal miseria: Que para asar, cocer, freir, decia, Que en mucha cantidad barras tenia. Con este desastrado desbarate, Y desdichado fin y mal suceso, A Castilla se viene el de Zarate, Sin sacar de su plata un solo peso.
9 E hicieron salir fuera las barras, de modo que se viesen las cabezas de las barras del arca delante del oratorio, mas no se veían desde fuera; y allí estuvieron hasta hoy. 10 En el arca no había sino las dos tablas que Moisés había puesto en Horeb, con las cuales el SE
El navío de Arica habia partido Con las barras del Rey: con el aviso, De Valencia en el agua se ha metido, De que el Ingles se halla allí á repiso: Y como en el secreto no ha caido, De Arequipa se parte de improviso, Al viento dando velas, porque estima En gran precio tomar puerto de Lima.
La aventura es ya acabada sin daño de barras, como lo muestra claro el escrito que en aquel padrón está puesto.
Se encontraron en el puerto, mortalmente amenazado por las barras de movible arena; se vieron en los jardines cercanos al mar, junto al monumento de Pisicane, el romántico duque de San Juan, un precursor de Garibaldi, muerto en plena juventud por la libertad de Italia. La joven sonreía al encontrarle. Su compañera pasaba adelante, con la mirada vaga, queriendo ignorar su presencia.
Lo estrecho y vertical de los travesaños imponía la necesidad de agarrarse con manos y pies al ir ascendiendo: Perucho no disponía de las manos; la energía de la voluntad se le comunicó al dedo gordo del pie, que semejaba casi prensil a fuerza de adaptarse y adherirse a las barras de palo, bruñidas ya con el uso.
Lo único que produce un efecto verdaderamente teatral, es el anfiteatro, circuido de graciosas barras doradas, con lujosos asientos accesibles á la mirada de los espectadores. Esto no es decir que el teatro de la Grande Opera no sea un magnífico coliseo, tanto por su extension, como por sus trabajos de pintura, escultura, dorado, y por su excelente y bien servida escena.
Palabra del Dia
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