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La magia y los turbantes son tan indispensables en toda comedia tagala, como el llamar simpática á la Liceria, omisión que el día que la hiciera un cajista de cartel, produciría un terremoto de bambalinas. En Tayabas no hay teatro, por consiguiente, hay que hacerlo, y después de hecho aliñarlo para el caso, y el caso tiene más harigues y bejucos de lo que parece.

Rocchio, el cuello estirado, los ojos febriles, mira las volteretas del metal y su corazón le hace ¡pum! ¡pum! allá dentro; su mano ancha y peluda se crispa sobre la mesa. Como un toro herido, resuella ruidosamente y echa pestes en su lengua contra el oro y los agiotistas que, entre las bambalinas, tiran de la cuerda de aquel títere y le hacen bailar al son del organillo de sus conveniencias.

El pueblo cree que está viendo representar el sainete de Castillo <i>La casa de vecindad</i>, y quiere tomar parte en la función. ¿No es verdad, Araceli? señora. Ese nuevo actor que se mete donde no le llaman, dará disgustos a las Cortes. El pueblo quiere que juren dijo Flora. Y querrá también que se les ponga una soga al cuello y se les cuelgue de las bambalinas.

Porque el teatro es un salón abierto, sin las bambalinas ni bastidores, y sin aparatos ni pinturas: sino que cuando la escena va a cambiar, sale un regidor de blusa y turbante, y se lo dice al público, o pone una mesa, que quiere decir banquete, o cuelga una lanza al fondo, que quiere decir batalla, o sopla el alcohol que trae en la boca sobre una antorcha encendida, lo que quiere decir que hay incendio.

Con el ímpetu ascendente del musical deliquio, las pupilas habían subido a escondérsele detrás de las bambalinas de los párpados superiores; mostraba unos ojos blancos como los de las estatuas antiguas, y el alma en blanco también, al modo de página virginal que espera recibir con trazo indeleble los conceptos más sublimes.

El público ya tenía entre pecho y espalda setenta y cinco endecasílabos de este monólogo y se disponía a recibir con resignación otra partida no menos crecida, cuando de pronto... ¿Qué ha pasado... qué sucede? ¿Por qué se levanta el público? ¿Por qué se puebla la escena de gente? Un bulto, un hombre, acaba de caer de las bambalinas sobre el escenario con espantoso estruendo.

Un tribunal de Filipinas tiene más bambalinas, bastidores y telares que el mejor provisto teatro, y hay Gobernadorcillo que se reiría de compasión al enterarse de lo atrasados que en esta materia están los anfitriones de Fornos. ¡Si ellos tuvieran un Fornos qué no harían! El Alcalde había vuelto á sus respectivas bangas todos los canutos, diciendo con voz solemne.

Engranaje municipal. El Gobernadorcillo, el Teniente mayor y el Juez mayor. Bambalinas y bastidores. Votación. Forma de hacerse. Ternas. Constitución del municipio. Las principalas, de oficio. El sorteo. Manera de verificarse. Fisonomía de un día de quintas en Filipinas. Los alrededores de un tribunal y el interior de un hogar. Deducciones y apreciaciones. Lógica pura. La cena.

Dejé el barco de vapor y salté en tierra, como quien sale a escape del teatro, donde ha visto una féerie, un precioso baile de hadas, antes de que se disipe la ilusión escénica y no se vean sino los oropeles, la ruda maquinaria, los telones y bambalinas y los comparsas y figurantes untados de colorete, que la han promovido. Entonces me afligió separarme de D. Pepito.