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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Aislada como está en el centro de una plaza, al contemplar su masa imponente no se sabe qué admirar mas, si la ligereza y elegancia de sus formas, el atrevimiento de su magnífica torre, ó la imponderable finura y el exquisito gusto de sus adornos ó esculturas, particularmente en el portal principal que sostiene la base delantera de la torre.
Y mientras ella soñaba saboreando el pasado, entusiasmábase Rafael contemplando el retrato de Brunilda, una hermosa fotografía en cuyo robo había pensado más de una vez. Aquella era Leonora; la walkiria arrogante, la hembra fuerte y valerosa, capaz de darle de bofetadas al más leve atrevimiento y de manejarle como un niño.
Tragomer, algo sorprendido por aquel atrevimiento, inclinó un poco la cabeza para disimular su embarazo. Le repugnaba dar á miss Harvey informes falsos y no quería declarar el enfriamiento de sus relaciones con Sorege. Una palabra dicha por ella á su promedito bastaría para ponerle en guardia.
¡Oh, no hay tiempo! Tenemos que ir a ver la maravilla mayor, y el atrevimiento que ablanda al verlo el corazón, y hace sentir como deseo de abrazar a los hombres y de llamarlos hermanos. Volvamos al jardín. Entremos por el pórtico del Palacio de las Industrias.
Ningun Gobernador concibió esta hermosa y útil idea, hasta el grande D. Agustin Fernando de Pinedo, quien sin fomentos ni auxilios tuvo atrevimiento para ponerla en práctica, acopiando gentes, y embarcándose con ellas en 1773, para fundar un fuerte y poblacion donde hoy estan Coimbra y Albuquerque.
Realmente, señora, era un atrevimiento que un pobretón como yo, que jamás he estado en la India ni he visto otras cataratas que las del Tajo en Aranjuez, tenga pretensiones nada menos que de ser amado por una mujer de posición.
La alegría corría otra vez por toda la casa; no había rincones seguros contra el atrevimiento de los amigos íntimos; y en los gabinetes, y hasta en las alcobas donde estaba aún el lecho virginal de las hijas de Vegallana, sonaban a veces carcajadas, gritos comprimidos, delatores de los juegos en que consistía la vida de aquella Arcadia casera.
Finalmente, doña Rodríguez, volviéndose a los señores, les dijo: -Vuesas excelencias sean servidos de darme licencia que yo departa un poco con este caballero, porque así conviene para salir con bien del negocio en que me ha puesto el atrevimiento de un mal intencionado villano. El duque dijo que él se la daba, y que departiese con el señor don Quijote cuanto le viniese en deseo.
A lo que, con gran flema y disimulación, respondió Sancho: -Si son requesones, démelos vuesa merced, que yo me los comeré... Pero cómalos el diablo, que debió de ser el que ahí los puso. ¿Yo había de tener atrevimiento de ensuciar el yelmo de vuesa merced? ¡Hallado le habéis el atrevido!
Clara halló, sin duda, muy raro todo aquello, fuera del uso y del estilo común; pero la cara de D. Fadrique estaba tan seria, y su expresión era tan simpática y noble, que, á pesar de las ideas con que personajes devotos habían manchado precozmente la conciencia de la niña, hablándole de pecados y faltas, Clara no pudo ver allí ningún atrevimiento liviano.
Palabra del Dia
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