Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 23 de mayo de 2025
También perjudican a usted no poco la prontitud y la precocidad, apenas cumplidos los veinte años, con que se ha puesto a escribir y con que escribe, sin conceder a la reflexión y a la crítica tiempo bastante para discernir los conceptos y valerse sólo en sus planes de los más pertinentes y de los más en armonía, esquivando, sobre todo, multitud de cuestiones que valiéndome de vocablo harto familiar, me atreveré a calificar de peliagudas.
¿Me atreveré á preguntar de qué medios va V. á valerse para vencer esa dificultad? Atrévete; pero yo me atreveré también á decirte que esos medios no tienes tú para qué saberlos. Confía en mí. -Aunque V., tío, está tan misterioso conmigo, que todo se lo calla, voy á portarme con generosidad: voy á revelar á V. mis secretos. Sé que Don Carlos de Atienza le escribe á V. También á mí me ha escrito.
Puesto que lo ha adivinado usted, no tengo que tomar precauciones oratorias... Se lo ruego a usted, señora; ¿de qué se la acusa? Cálmese usted o no me atreveré a continuar... Se trata, creo, de una ligereza... una imprudencia... Pero las suposiciones malignas van más lejos...
La menor contrariedad producía en ella un ataque de nervios, y convulsiones, gritos y pataleta: a esto llamaba su madre los prontos de Angelita, asegurando que, a pesar de ello, su corazón era de oro, y ante la palabra de misia Gregoria, no me atreveré a ponerlo en duda, aunque no pueda afirmar si el oro era o no de ley.
¡Vaya si me atreveré! ¡Y nos veremos allá, señor guapo! Pues no tienen ustedes más que avisar. Le cojo a usted por la palabra, señor don Claudio, con permiso de papá; y comienzo por mandarle que nos ayude, hoy mismo, a formar la lista de las expediciones que hemos de hacer por tierra y a pie... Repito que estoy a sus órdenes. Y por mar... Eso ya varía, Nieves. De la mar no entiendo jota.
Los faroles de la calle le parecían astros, los transeúntes excelentes personas, movidas de los mejores deseos y de sentimientos nobilísimos. Entró en su casa resuelto a espontanearse con su tía... «¿Me atreveré? pensaba . Si me atreviera... ¿Y qué hay de malo en esto? En último caso, ¿qué puede hacer mi tía? ¿Acaso me va a comer?
Era aquel el regalo elegante, refinado, de un hombre que no procura deslumbrar pero que sobresale sobre todos los demás por la rareza y el gusto de lo que regala. ¡Oh! señor, dijo Herminia, ¿cómo me atreveré á adornarme con una alhaja de tan gran precio? Hija mía, dijo Roussel sonriendo, esa joya no tendrá verdadero valor más que cuando usted se la ponga.
Mauricia salió al corredor, y atravesándolo todo, se sentó en el primer peldaño de la escalera. «Te digo que me atreveré...». ¿Con quién hablaba? Con nadie, porque estaba enteramente sola. No tenía más compañía en aquella soledad que las altas estrellas.
Lo único que me atreveré a indicar, no ya como causa única, sino como una de las causas de nuestra decadencia en el pensamiento, fue el habernos aislado, o bien por engreídos o bien por recelosos, de que nos inficionasen las herejías, contra las cuales combatió España gallardamente, procurando conservar o reanudar el lazo unificante de la civilización europea y el soberano espíritu que hasta entonces la había informado.
Y protestando de que sea inmodestia, y con todas las convenientes salvedades, me atreveré a citarme yo mismo, recordando que Antoñona, Respetilla, Dientes, Juana y Juanita las largas y otras figuras del vulgo andaluz, que introduzco yo en mis narraciones, hablan como por allí se habla, sin necesidad de notar lo mal y disparatadamente que acaso pronuncian.
Palabra del Dia
Otros Mirando