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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Se quejaban de Fontenoy, al que habían alabado hasta pocas horas antes para que les proporcionase nuevos sueldos. Algunos le llamaban ya «bandido». Los hubo que, necesitando atacar á alguien para justificarse, insinuaron sus primeras protestas contra Torrebianca. Usted ha dicho en sus informes que los negocios eran magníficos.
Ahmed-Bey y el fiel intérprete seguían a su amigo y le daban los más sabios consejos: atacar con prudencia, descubrirse lo menos posible, comenzar la partida con un salto, en fin, cuantas recomendaciones pueden hacerse a un novicio que se presenta por primera vez en la liza, sin haber aprendido a tirar.
Cervantes, el gran maestro de nuestra literatura, tampoco quiso atacar al honor y al heroísmo en su inmortal Quijote. Aunque yo piense que la esencia del Cristianismo es caridad y por lo tanto vida activa, entiendo asimismo que sin una fe viva, esto es, sin la unión mística y amorosa de nuestro espíritu con el Creador, la misma caridad no puede beatificarnos.
La política que sigue en el exterior no tiene nada de constitucional; pretende imitar al mal llamado gobierno libre de los Estados-Unidos, y siguiendo sus huellas, hace, en la América del sur, lo que la república de Washington en el Norte; predomina en los estados vecinos, influye en su política y tiende al engrandecimiento continuo, aunque para ello sea preciso quebrantar leyes y atacar la independencia de los pueblos.
Pero el bohemio los exageró, ensalzándolos como si fuesen los hechos más culminantes de la guerra. Había llevado una orden á través de un fuego infernal, después de haber caído muertos tres mensajeros sin poder cumplir el mismo encargo. Había saltado el primero al atacar muchas trincheras y salvado á bayonetazos, en choques cuerpo á cuerpo, á numerosos camaradas.
Y cerró contra la protegida de Alicia, una hambrienta, una pedantuela, que se rozaba con señoras y sólo era una doméstica. El no comprendía los amores sentimentales con mujeres de esta clase... Sintió tentaciones de atacar igualmente á la de Delille, pero se contuvo recordando que era parienta del príncipe. Los dos hombres quedaron silenciosos y pálidos, mirándose como enemigos.
Viajaba por gusto, y era esencialmente bueno, aunque un sentimiento virtuoso de cólera no le impeliese a estrellarse contra los vicios y los extravíos de la sociedad. Es decir, que no se sentía con vocación de atacar los molinos de viento, como don Quijote.
Para el vagabundo predispuesto á convertirse en salteador, tenía su cuchillo, y también para el puma, león de las altiplanicies desiertas, no más grande que un mastín, pero que el hambre mantiene en perpetua ferocidad, impulsándole á atacar al viajero.
Con dificultad se consiguió esto, despues de muchas razones que se expusieron: es á saber, que llegaria tarde el ejército para salir al encuentro desde casi 100 leguas de distancia, si entonces se empezaban á juntar tropas, cuando ya el enemigo acometiese: que el enemigo podia andarlo todo, y los reales portugueses se andarían camino recto, por medio de las estancias que destruirian: que cerrarian la comunicacion á los indios, y les quitarian la comida, cuya falta ya se empezaba á sentir; y finalmente que siempre es mejor atacar primero al enemigo que no ser atacado de él.
¡Qué emociones debían de ser aquéllas! Y Bautista y Martín soñaban con el placer de atacar y de huir, de bailar en las fiestas de los pueblos y de robar en los Ayuntamientos, de acechar y de escapar por los senderos húmedos y dormir en una borda sobre una cama de hierba seca... ¡Barbarie! ¡Barbarie! replicaba a todo esto el gascón.
Palabra del Dia
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