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La duquesa pescó al vuelo la indirecta, y contestó tan sólo con una sonrisa que encubría este pensamiento: ¡Estás fresca!... ¡Cualquier día te cobras, endosándome a la niña por nuera!... ¡Una duquesa de Bara, née López Moreno! ¡Dios nos asista! Currita, por su parte, guardaba aquella tarde un solemne silencio, hijo de una rabieta de dos mil demontres que le bailaba por dentro.

Entonces eché de ver cuánto se siente más el bien perdido y la diferencia que hace del hambriento el harto; todos los trabajos comiendo se pasan; donde la comida falta, no hay bien que llegue ni mal que no sobre, gusto que dure ni contento que asista; todos riñen sin saber por qué, ninguno tiene culpa, unos a otros se la ponen, todos trazan y son quimeristas, todo es entonces gobierno y filosofía.

Fuera del jorobado, nadie hay que la asista ni que mire por ella: ni criadas ni otra gente humilde, ni personas, de la clase media, amigas o parientes de su familia, ni damas y caballeros de la sociedad aristocrática en que se ha criado y después ha vivido.

La hierba seca que pisas, Al verte, se reverdece. ¡Dios nos asista! exclamó Rosa Mística, poniéndose las terceras enaguas ; también saca a colación la misa en sus coplas profanas; y los que lo oigan, como saben que soy dada a las cosas de Dios, dirán que lo canta por lavarme la cara. ¿Si pensará ese barbilampiño burlarse de ? ¡No faltara más!

¡Por Dios, Tere! exclamó la morena. ¡Cállate ! Ahora verá usted, Rodolfo: le dijimos que tocara, y tocó la «Sonámbula» de Talberg. ¡Jesús nos asista! ¡Qué «Sonámbula»! No, hija, no; no digas eso.... Ella toca sin expresión, sin compás... pero en cuanto a ejecutar... ¡ejecuta mucho! Ya quisieran muchos, de esos que se llaman profesores, ejecutar como Gabriela.

¿Pero no sabe usted más? le preguntó Feijoo de una manera apremiante . Yo creí que nos iba usted a dar noticia de la conferencia del Duque con Elduayen... Y ahora sale con que Sagasta está malhumorado... Dios nos asista... Pero lo de la conferencia, ¿es cierto o no?

Sin embargo, Vefour pasa, como si dijéramos, por el príncipe de los fondistas de Paris. Es aquí lo que es en Madrid la fonda del Cisne ó la casa de Lhardy. Entramos.... ¡Dios nos asista! Si no hubiera sabido que me encontraba en una fonda, es seguro que me hubiera quitado el sombrero. La sala principal es una pieza régia, y podria servir perfectamente para salon de embajadores.

Pero ya irá comprendiendo que no hay otro camino... ¡Ay de , que aún me falta un tramo! Dios nos asista. ¡Quién me había de decir a ...!». Al entrar en la casa, pasó insensiblemente del soliloquio al discurso, dando voz a sus meditaciones. «¡Quién me había de decir a que llegaría a ocuparme de que existan boticas en el mundo!

El primero no tiene relación ninguna con la pieza, que le sigue, ó si la tiene, es muy vaga; á menudo aparece un bufón rústico, que ruega al auditorio que asista atento á la representación, y al mismo tiempo refiere algún pasillo gracioso. El argumento hace una breve reseña de la acción, que ha de representarse. La loa, posterior, comprendió después á uno y otro.

Por batir unas cataratas al marqués de Castro había llevado diez y ocho mil reales, y por la cura de una conjuntivitis del niño de Cucúrbitas, había puesto una cuenta tal, que los Cucúrbitas, para pagarla, se empeñaron por seis años. «Pero, en fin, Dios nos asista, y salgamos con bien de esta.