Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 7 de julio de 2025


Mathys, que parecía ciego de rabia, quiso detenerla; pero Federico dejó caer a Marta en brazos del notario, saltó sobre el intendente, lo asió por el cuello y lo arrojó con fuerza irresistible a la pared, mientras le gritaba fuera de : ¡Si das un solo paso te aplasto!

Y sin dejarme contestar pasó a otra cosa. Pero, niño... ¡si estás tamaño! ¡qué grande! ¡qué buen mozo! Detúvose delante de una casa de pobre apariencia. Asió el llamador, y ¡Tan! ¡Tan! No tardaron en abrir. Apareció una joven que me miró con insistente curiosidad. Entren... dijo. ¡Doña Carmelita! gritó Andrés, entrando, ¡Doña Carmelita! ¡Aquí está el niño! ¡Muy grande! Y... ¡muy formal!

Entonces se precipitó y penetró en el zaguán. El farol, que lo alumbraba de diario, daba poquísima luz aquella noche. No bien entró D. Luis en el zaguán, una mano, mejor diremos una garra, le asió por el brazo derecho. Era Antoñona, que dijo en voz baja: ¡Diantre de colegial, ingrato, desaborido, mostrenco!

De pronto, se levantó, me asió, rápido como el rayo, por la cintura, y en el mismo instante me sentí suspendida sobre el agua. Lo miré riéndome. ¡Cómo!... ¡Cómo!... dijo. ¡No hay de qué reírse! Si te dejara caer... Me ahogaría... Pues bien, ¡déjame caer! No. Antes quiero que me confieses algo. ¿Qué? ¿Por qué no puedes sufrirme? Respiré profundamente.

Y Quevedo se asió al brazo de don Juan, y en silencio entrambos, porque el joven estaba más para pensar que para hablar, y Quevedo más que para andar y hablar para dormir, tomaron el camino del alcázar. Don Francisco se fué derecho, como quien tanto conocía el alcázar, al postigo de los Infantes y llamó. Al primer llamamiento nadie contestó.

Ruperto volvió la espalda a la ventana, saludó y dijo con su voz fuerte y alegre de siempre: Pues estoy tratando de excusar la ausencia de Vuestra Alteza. ¿Podía dejar sola a esta señora? El Duque se adelantó, asió a Ruperto por el brazo y señalando la ventana, exclamó: ¡En el foso hay lugar para otros además del Rey! ¿Me amenaza Vuestra Alteza? preguntó el joven.

Prometióle don Quijote de hacer lo que se le aconsejaba con toda puntualidad; y así, se dio luego orden como velase las armas en un corral grande que a un lado de la venta estaba; y, recogiéndolas don Quijote todas, las puso sobre una pila que junto a un pozo estaba, y, embrazando su adarga, asió de su lanza y con gentil continente se comenzó a pasear delante de la pila; y cuando comenzó el paseo comenzaba a cerrar la noche.

Parecióme que al verme cerró los ojos, y que asió las rejas con sus dos manos para sostenerse. Cuando me dirigió la primera pregunta, temblaba su voz de tal modo, que era imposible entender sus palabras. Sin poder decir una sola, incapaz de discurso y de movimiento, permanecí yo breve rato con la cara apoyada en la reja. La monja que la acompañaba me obligó por fin a romper el silencio. La Sra.

Y Amparo me asió las manos, las estrechó contra su boca, y las cubrió de lágrimas. Después salió. Mustafá, que durante esta escena había estado echado sobre la alfombra, se levantó, me miró, movió lentamente la cola, y siguió a la niña. Empecé a sentir una vaga, pero dulce ansiedad: Amparo había causado en una impresión profunda, me había hecho experimentar una sensación desconocida.

En su desesperación se asió a una mano que parecía venir de muy lejos, saliendo de la sombra: una mano de vivo, una mano de carne. Tiró de ella, y poco a poco, en la bruma, fue tomando forma la mancha pálida de un rostro.

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando