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Actualizado: 27 de octubre de 2025


En seguida va lamentándose jactanciosamente con todas sus amigas de lo mucho que cunde la inmoralidad y de que ella es tan desventurada y tiene tales atractivos, que no hay hombre que no la requiebre, la pretenda, la acose y ponga asechanzas a su honestidad, sin dejarla tranquila con su D. Gregorio.

Este fué el único encuentro que tuvimos con estos enemigos, con quienes, si se hubieran coligado los Guaycurús, gente infiel, pero valerosa y enemicísima de la fe católica, difícilmente hubiéramos podido escapar y librarnos de sus asechanzas y celadas en un río poblado por todas partes de islas y de ensenadas.

El caballero no es otro que Florencio, amante de Nicea, inventor de esta treta, para estar al lado de su amada y guardarla de las asechanzas del Príncipe; pero éste sabe pronto que es su rival, y se ingenia de suerte, que lo hace salir de la casa.

Habían de vivir siempre en guardia contra las asechanzas del blanco, el más maligno de los bípedos, terrible residuo de todas las aventuras y desesperaciones de Europa. El combate con el microbio era también un gran peligro en esta guerra por la civilización de la tierra virgen.

Señora, usted puede juzgarme como guste, pero en el suceso de hoy, no ha habido malicia por mi parte. Yo me vuelvo loca repuso la señora . Por todas partes asechanzas, celadas, inicuos planes. No hay defensa posible; son inútiles las precauciones; de nada sirve el aislamiento; de nada sirve el apartarse de ese corruptor bullicio.

El gobierno de tal casa, que habría rendido a cualquiera mujer, no fatigaba visiblemente a Isabel. A medida que las niñas iban creciendo, disminuía para la madre parte del trabajo material; pero este descanso se compensaba con el exceso de vigilancia para guardar el rebaño, cada vez más perseguido de lobos y expuesto a infinitas asechanzas.

Lobato, si viajaba de noche, cruzaba a escape ciertos parajes frondosos y oscuros, en que estaba seguro de encontrar asechanzas de aquellos aldeanos, que a la luz del sol temblaban en su presencia.

Después se nos presenta en la escena Doña Inés, la hermana del matador, que se ve perseguida por los ruegos amorosos importunos de un hermano del muerto, á quien anuncia que se abstenga en lo sucesivo de visitarla en el instante mismo, en que recibe la noticia del homicidio y huida de Don Luis; y como se considera por esta causa sin protector contra las asechanzas y pretensiones de un amante odioso, resuelve, sin demora, disfrazarse de hombre y reunirse con el fugitivo.

Confeccionada la medicina en un dos por tres, volvió Ballester a coger la vara, y continuó la filípica de este modo: «Lo mismo que la tontería en que ahora ha dado... que le van a quitar su honor; que entran hombres en la casa... que por todas partes se le tienden asechanzas a su honor... ¡Qué melodramáticos estamos y qué simples semos!

El Príncipe de la China es por sus virtudes, talento y hermosura, el favorito del rey de los genios, el cual le ha salvado mil veces de las asechanzas que el Kan de Tartaria ponía contra su vida. Viendo el Kan que le era imposible matarle, determinó valerse de un encanto para tenerle lejos de sus súbditos y reinar en lugar suyo en el celeste imperio.

Palabra del Dia

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