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Actualizado: 4 de julio de 2025


Ella vela el sueño ella aletarga dulcemente nuestro espíritu con el cadencioso susurro del cundiman ó el mimoso mata-mata; ella refresca nuestro ardoroso cuerpo con el paypay ó el pancag; ella nos rodea de una perfumada atmósfera con las hojas del ilang-ilang ó las blancas sampaguitas; ella, si nos ve tristes, dice en su sencillo y poético lenguaje que el cielo tiene nubes; ella, paloma del Oriente, arrulla á su amante con sus palabras, sus caricias, sus canciones, mas ... en estos momentos de abandono, sin saber por qué, sin causa ni motivo alguno, cesan sus caricias y callan sus pasiones.

En la noche serena le faltará á mi contento el murmullo de su aliento que arrulla y duerme mi pena. ¡Se van! Cual la golondrina que el frio invierno adivina, y guiando sus hijuelos breve y fugaz, por los cielos buscando la luz camina...

Cantara yo tu tierra floribunda, donde en raudales inexhaustos mana. Primavera su plétora fecunda; esa vegetación rica y lozana que te baña en color y poesía como en rayos el sol a la mañana! ¡Cantara yo tu mar, tu mar bravía que, al romper en tus plantas sus cristales te arrulla con su bárbara armonía;

Lo que yo he hecho por usted... no creí nunca poder atreverme a hacerlo.... Usted no sabe lo que es, no ha de saberlo nunca, porque me da vergüenza decirlo.... Yo soy muy desgraciado; nadie me ha querido nunca, y yo no le encuentro sustancia, verdadera sustancia, a nada de este mundo más que al cariño.... Si me gusta la música tanto es por eso, porque es suave, porque me acaricia el alma; y ya le he dicho a usted que su voz de usted no es como las demás voces; yo no he oído nunca y va de nuncas una voz así; las habrá mejores, pero no se meterán por el alma mía como esa; otros dicen que es pastosa... yo no entiendo de pastas de voces; pero eso de lo pastoso debe de ser lo que yo llamo voz de madre, voz que me arrulla, que me consuela, que me da esperanza, que me anima, que me habla de mis recuerdos de la cuna... ¡qué yo!, ¡qué yo, Serafina!... Yo siempre he sido muy aficionado a los recuerdos, a los más lejanos, a los de niño; en mis penas, que son muchas, me distraigo recordando mis primeros años, y me pongo muy triste; pero mejor, eso quiero yo; esta tristeza es dulce; yo me acuerdo de cuando me vacunaron; dirá usted que qué tiene eso que ver.... Es verdad; pero ya le he dicho que yo no hablar.... En fin, Serafina, yo la adoro a usted, porque, casado y todo... no debía estarlo.

Palabra del Dia

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