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Actualizado: 11 de julio de 2025
-Sí soy -respondió Sancho-; y soy quien la merece tan bien como otro cualquiera; soy quien "júntate a los buenos y serás uno dellos", y soy yo de aquellos "no con quien naces, sino con quien paces", y de los "quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija". Yo me he arrimado a buen señor, y ha muchos meses que ando en su compañía, y he de ser otro como él, Dios queriendo; y viva él y viva yo: que ni a él le faltarán imperios que mandar ni a mí ínsulas que gobernar.
Lo que sucede es, que el cuerpo está dispuesto con orden maravilloso para estos fines, á los quales principalmente concurren los órganos de los sentidos y los nervios. El objeto corporeo, arrimado al órgano del sentido, hace impresion en él y en sus nervios, por los quales se comunica hasta la cabeza, donde está el origen de ellos.
Por algunas palabras que logró percibir desde el pasillo comprendió que había reyerta entre los dos primos y adivinó también la causa. Adolfo trataba de curiosear en el equipaje del huésped y Maximina se oponía a ello. Cuando nuestro joven entró, ambos quedaron sorprendidos: Maximina en medio de la sala con la escoba en la mano sonriéndole; Adolfo arrimado a una cómoda mirándole torvamente.
Entre esta fachada del edificio y nosotros se interponía otro muro más bajo que la amparaba en toda su longitud, y por encima de este muro se veía un carro de bueyes arrimado al edificio y paralelo a él; en el carro había una carga de heno «verde», según mi modo de ver, y según el más autorizado de Neluco, de retoño «seco»; y sobre la carga, un hombre de alta estatura que lanzaba con impetuoso brío grandes «horconadas» de ella a un boquerón de la pared, donde las recogía otra persona y las conducía más adentro.
Después pensé que se trataba de un borracho; luego, que aquel hombre no estaba arrimado a la reja donde Gloria me hablaba, sino a la de otra ventana. Todo esto en menos de un segundo. Anduve tres o cuatro pasos más y me convencí de que, en efecto, era un hombre, que estaba arrimado a la ventana de mi novia, en la misma posición que yo solía estar.
Calificábalo por detrás de hombre frívolo, ignorante, y periodista insustancial; pero nada se atrevía a replicarle, en parte, porque Miguel le llevaba bastantes años y, en parte también, porque temía a su proverbial causticidad. D. Laureano había llegado al mostrador y, arrimado a él, hablaba secretamente con el encargado. ¿Por qué le llamaba Matusalén Rivera?
Sí... Ayer me dijeron lo que había pasado por la mañana en tu casa. Los dos guardaron silencio. Se habían arrimado á la paredilla, el uno al lado del otro. Demetria arrancó un retoño verde de la zarza y lo deshizo entre los dedos con la mirada fija en el suelo. Nolo con los ojos abatidos igualmente daba golpecitos con su nudoso garrote sobre las piedras del camino.
Por hoy basta. En aquella dulce y memorable sesión, que se prolongó hasta la una, quedó nuestro amor asentado y reconocido. Sin esfuerzo alguno comenzamos a tutearnos y nos prometimos fidelidad hasta la muerte, sucediese lo que sucediese. Por la calle no pasaba un alma. El sereno, desde que me viera arrimado a la reja, no se aproximaba.
Don Fermín volvió a tranquilizarse, viendo la exaltación de la ira pintada en el magistrado. «Sí, había hombre; la máquina estaba dispuesta; el cañón con que él, don Fermín, iba a disparar su odio de muerte, ya estaba cargado hasta la boca». Don Víctor no hablaba. Gruñía arrimado a la pared, en un rincón... «Ya no había qué hacer allí». El Magistral se despidió.
El primer recuerdo que Perucho conserva es que, al salir de la capilla, quedóse muy triste arrimado a la puerta, porque aquel día el capellán no le había dado cosa alguna.
Palabra del Dia
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