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Actualizado: 14 de octubre de 2025
Así resulta que lo que en ellos es una belleza divina, en Magdalena es un belleza que casi espanta. »¡Y qué dichosa se sentía, de estar allí tan cerca de la ventana! Hubiera dicho cualquiera que veía el cielo por primera vez, que por primera vez, también, aspiraba aquel aire tan puro y respiraba el aroma de aquellas flores.
Frinés y Mesalinas perfumaron el agua que besaba sus senos con el aroma vuestro. Médicis y Popea, y otras hembras felinas, os dieron el hechizo de sus labios obscenos.
¿No son tus noches bellas las mismas que las nuestras? ¿No es luz de tus estrellas la que reciben juntas Bisayas y Luzón? ¿No es aroma indígena del ilang-ilang regio el que a leer nos mueve un solo florilegio y a sentir, alma adentro, una sola emoción?
Estas apenas me intimidaban; pero al entrar en la clase de las mayores sentíme súbitamente desorientado, como si penetrara en un país desconocido, habitado por seres inquietantes; había allí, en esta clase, un extraño perfume, formado por mil perfumes; un aroma que se me subía a la cabeza.
Así un arbusto florece en el borde de un foso porque allá arriba, en los remotos cielos, fulgura un gran sol que no le conoce y que le hace crecer, abrirse y exhalar su poco de aroma... Por eso mi amor alcanza ese sentimiento no descrito y sin nombre que la Planta, si tuviese conciencia, sentiría por la Luz.
7 Y quemará sobre él Aarón sahumerio de aroma cada mañana, cuando aderezare las lámparas lo quemará. 8 Y cuando Aarón encienda las lámparas al anochecer, quemará el sahumerio continuamente delante del SE
En efecto, cuando el joven estuvo al fin de la crujía le dió en las narices un olor indefinible, suculento, emanación de cien guisos, aroma especial que sólo analiza un cocinero; guiado por aquel rastro, el joven siguió adelante, y muy pronto atravesó una gran puerta y se encontró en la cocina de su majestad.
Marchó automáticamente al través de las calles, embargado por una honda tristeza que le apretaba el corazón. No era vanidoso ni había cifrado quiméricas esperanzas sobre su obra. Pero había sentido ya el aroma de la gloria; el favor del público le había hecho soñar con adquirir por medio de su arte una posición con que pudiera vivir tranquilamente con su esposa y su hijo.
Los pinares rivalizan con el mar en emanaciones saludables: las que le son propias, resinosas, son tonificantes como las que despide el mar, y carecen de acritud. Ellas penetran nuestro ser, se introducen por todos los poros, modifican la sangre, la salubrifican perfumándonos con un aroma sutil.
Venían las brisas cargadas de azahar, y esparcían por la ciudad no sólo el aroma de los naranjales, sino los mil olores de los huertos y de los bosques cercanos; los aromas embriagantes de las amapolas, de los acónitos y de los jinicuiles florecidos, como si la naturaleza despilfarrara todos sus perfumes en obsequio de los niños que volvían a sus hogares.
Palabra del Dia
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