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Actualizado: 15 de mayo de 2025


Pero aun hay más. Cuando don Simón suspende, dos veces al día, sus tareas, sube al primer piso; y atravesando alfombradas estancias, alfombradas, así como suena, entra en un gabinete lujosamente amueblado también, y allí se cambia la bata por un elegante traje de calle; se quita el gorro de la cabeza, en la cual ocasión puede vérsela coronada por una calva nada aristocrática por cierto, y se pone el grave, reluciente sombrero de copa.

Uno de los rasgos característicos de Inglaterra es la tendencia hácia la ostentacion aristocrática, que se manifiesta en todas las clases, y sobre todo ¡quien lo creyera! en los mendigos y las gentes mas miserables. En Inglaterra, y particularmente en Lóndres, el indigente carece de la conciencia de su posicion.

La hache... Y mientras una revolución no destruya esa letra aristocrática, yo, como el Sr. Vázquez Mella, no podré creer que la democracia inglesa es una cosa perfecta. En España, país de los viceversas, son sólo algunos pobres campesinos andaluces quienes pronuncian la hache.

Aunque él no le vio la cara, admiró la gracia y gallardía de su andar, la esbeltez y elegancia de su talle, cierto inefable prestigio seductor que como nimbo luminoso la circundaba, y la aristocrática belleza de sus blancas, lindas y bien cuidadas manos. La dama quiso ver cuanto de más rico en el bazar había.

Aunque no cuadraba a la dignidad aristocrática de aquella mujer ni mostrar angustia y terror en el semblante, ni pedir socorro a gritos, Morsamor, a la vez que sintió en el alma una jamás sentida y amorosa admiración y un irresistible impulso que hacia aquella mujer le llevaba, sintió también o más bien comprendió, como si un genio o espíritu invisible le hablase al oído, que aquella mujer se hallaba en el peligro más espantoso, y que él debía a toda costa libertarla y salvarla.

Dolorcitas parecía decidirse por ; pero, al mismo tiempo, todo el mundo decía que iba a casarse con el hijo del marqués de Vernay, un señor de Jerez, no muy rico, pero de familia aristocrática. Le escribí a Dolorcitas y le hablé varias veces por la reja. Ella negaba que fuera a casarse y aseguraba que no torcerían su voluntad. Sin embargo, los indicios de la boda eran ciertos.

Lo que hacía Guillermina era para asustar a cualquiera. Fortunata no se creía con valor para tanto. Y sin embargo, al ver a la insigne dama aristocrática humillarse de aquel modo, avergonzose de no tener valor para imitarla, y sacando fuerzas de flaqueza, ofreció su ayuda.

La nariz, sobre todo, aquella nariz recta, que acababa de recuperar sus ordinarias dimensiones después de una dilatación excesiva, parecía más fina, más blanca y más aristocrática que nunca.

Venía en seguida la señora del ministro, joven, elegante, y respirando aún la atmósfera aristocrática de los salones de Viena, última de las residencias diplomáticas de su marido. Pocas mujeres he visto en mi vida más valerosas y serenas; jamás una queja, y en aquellos momentos que hacen perder la calma al hombre de temperamento más tranquilo, una leve sonrisa siempre o una palabra de aliento.

Estudiar los museos, los palacios, las bibliotecas y los parques de Lóndres es detenerse ante las manifestaciones soberbias del lujo de la civilizacion, mas aristocrática en la Gran Bretaña que en ningun otro pais. Pero contemplar sus Docks, principalmente los de Lóndres y Liverpool, es asistir al movimiento de las arterias de ese pueblo mercantil y cosmopolita por excelencia.

Palabra del Dia

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