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Actualizado: 16 de junio de 2025


1 Y después que cesó el alboroto, llamando Pablo a los discípulos, habiéndoles exhortado y abrazado, se despidió, y salió para ir a Macedonia. 4 Y le acompañaron hasta Asia, Sópater de Pyrro, bereense, y los tesalonicenses, Aristarco y Segundo; y Gayo de Derbe, y Timoteo; y de Asia, Tíquico y Trófimo. 5 Estos yendo delante, nos esperaron en Troas.

Y cuando Juanillo se despedía, dando las gracias a sus amigos y consejeros, todavía Aristarco le agregó algunas indicaciones más: Si quieres estar siempre despampanante, nunca llames a las cosas por sus nombres... En las metáforas y paralelos, compara siempre lo claro, material y conocido, como una tormenta, con lo obscuro, espiritual y desconocido, como el estado de alma de un poeta después de haber degollado a su anciana madre...

Rodeado de esta alta fama culinaria, mal que bien, Juanillo escribió su «Canto del Cisne». Volviose con él a la capital y se lo leyó con su quejumbrosa voz a del Laurel y su inseparable Aristarco López... Mejor, mejor, va mejor, muchacho afirmó del Laurel. Pero todavía ni sueñes en publicarlo. No está escrito, no.

Sin desalentarse, trabajó, trabajó, trabajó... Y, después de veintiún días de esfuerzo y de gastar treinta y cinco bloques de papel en borradores, tenía su cuento-poema concluido, muy concluido, y tan concluido, que ya no se le podía cambiar ni media coma. Llegó a del Laurel y a Aristarco, siempre reunidos en casa del primero, la interesante y breve composición.

29 Y toda la ciudad se llenó de confusión; y unánimes se arrojaron al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de Pablo. 30 Y queriendo Pablo salir al pueblo, los discípulos no le dejaron. 31 También algunos de los principales de Asia, que eran sus amigos, enviaron a él rogando que no se presentase en el teatro.

«Cuarto, un cementerio gótico abandonado hasta por las ánimas en pena; un campo de asfodelos, y también de iris blancos y lises rojos que crecen en idílica Harmonía. Apuntadas estas preciosas indicaciones, Juanillo se quedó mirando a Aristarco, como preguntándole el modo de usarlas. ¿Haría una simple ensalada rusa con los «ingredientes»?...

El juicio de Aristarco fue más severo: Ya que eres bueno y confiado, quiero hablarte con franqueza, Juanillo dijo a Simplón. Tu cuento-poema se define en una sola palabra: es un mamarracho.

Y debe tenerse en cuenta que, así como nosotros no nos atrevemos a dar a nadie diploma de inmortalidad y de genio, tampoco debe atreverse cualquiera a empuñar la férula de Aristarco y a castigar con ella a cuantos en los juegos florales han obtenido premio, expulsándolos con crueldad de la república de las letras.

Sobre sus tumbas crecieron espontáneamente, como en almacigo, iris blancos y lises rojos. ¡Inexplicable caso, porque estas dos especies vegetales nunca, ni antes ni después, pertenecieron a la flora silvestre de la comarca!... Terminada la lectura, Aristarco se agarraba el vientre, como para no reventar de risa... ¡Bien, muchacho, bien! exclamó.

En ella toda una «trouvaille» para dar lógica cabida a los elementos que indicara Aristarco... Traduciéndola al pobre lenguaje de mortales, resultaba una historia conmovedora... La princesa Belisa era bella y sentíase sin embargo desgraciada, porque su padre el rey había resuelto casarla con el príncipe Lejano.

Palabra del Dia

lanterna

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