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Actualizado: 13 de junio de 2025


Tuvo al principio la idea de buscar un abogado y presentarse al juez demandando a Esteven, y aun llegó a hablar de esto a Pablo Aquiles, que no sabía ni lo que hacía ni lo que le pasaba, pero desistió, temerosa del escándalo y entristecida con lo ocurrido.

Todos le han conocido, de lejos o de cerca, de vista o de oídas. Don Aquiles Vargas, el primer Aquiles de la familia, padre de don Pablo y abuelo de Quilito, tuvo tienda muchos años en la que se llamó calle de Mendocinos, y en tiempos en que todo andaba revuelto y no se contaba segura la cabeza, supo hacer fortuna comerciando en géneros de las provincias.

Este cambio de carácter en Aquiles admira á todos, pero no por esto se decide á pelear con su émulo, habiéndolo ya vencido en Troya. BEATRIZ. ¡A él, valeroso Aquiles! CARLINO. ¡Calla, lengua ponzoñosa! RAZONTE. ¡Desenvaina tu espada! CARLINO. ¡Sudo de miedo por todos mis poros! H

Este carácter es guerrero y religioso a la vez y por lo común el argumento del poema, viene a ser una empresa feliz del pueblo para quien se escribe, cuyas virtudes, excelencias y energías capitales, están cifradas y personificadas en un héroe castizo, de su raza, si bien con no poco de Dios, engendro, concepción o encarnación de alguna deidad, como Aquiles o Rama.

Alejandro, el Bermúdez nuestro, tuvo tanto de su homónimo, el de Macedonia, como sus hermanos Héctor y Aquiles de los dos famosos héroes de La Iliada; aunque, en honor de la verdad y escrupulizando mucho las cosas, algo vino a sacar, ya que no del insigne conquistador, de su padre, pues llegó a ser tuerto como el gran Filipo.

Ni rastros quedaban en ella de la hija mayor de don Aquiles, de aquella muchacha esbelta, más graciosa que bonita, soberbia heroína de un drama de amor.

Aquiles era el más valiente de todos los reyes griegos, y hombre amable y culto, que cantaba en la lira las historias de los héroes, y se hacía querer de las mismas esclavas que le tocaban de botín cuando se repartían los prisioneros después de sus victorias.

Si pudieras hacer algo decía, pero no, tienes las manos atadas, y, ¿acaso, una finca se enajena con la facilidad de un objeto cualquiera? hay que darse cuenta, Pablo, de la espantosa desgracia que pesa sobre nosotros. Quilito está obligado a pagar esa suma mañana, y si no puede, se matará; le conozco demasiado. ¡Todo, menos eso! repetía, don Pablo Aquiles, agitándose en el sillón.

Un amante de la princesa Deidamia, de quien Aquiles está celoso, le dice mil lindezas y le pide que le su mano; pero él oprime la del galán con tal violencia, que éste da gritos de dolor. En el acto tercero viene Ulises, vestido de mercader, para descubrir á Aquiles, y trae, entre otros objetos, una lanza y un escudo, de los cuales se apodera el héroe sin tardanza.

Las cuentas eran bien claras y ahí estaban para que las examinasen: Don Aquiles debía casi, casi más de lo que tenía; luego, la baja de la propiedad raíz, el mal estado de los campos, los honorarios de ahogados y procuradores, que sumaban un dineral, y más que esto y más que todo, el incidente del hijo natural.

Palabra del Dia

rigoleto

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