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Actualizado: 10 de mayo de 2025
El templo de la parroquial de San Pedro, acaso se conserva, a pesar de su renovación en 1741, en general, como en su primitiva fundación: parece atestiguarlo así su anchura y aplastada nave gótica, única de que consta: estátuas colosales y de muy mediano gusto, representando en su mayor parte el apostolado, se ven esculpidas en los postes.
Era menester que una persona estuviese debajo de sus pies, aplastada, para que don Fermín no usase con ella de formas irreprochables. La urbanidad era un dogma para el Magistral lo mismo que para Bermúdez, pero sacaban de ella muy diferente partido.
Tenía el vientre colgante, y las piernas, completamente desprovistas de carne, parecían dos bastones forrados de cuero. Tenía cara más de mono que de hombre; la cabeza, aplastada; la frente, comprimida; la nariz, chata; las mandíbulas, abultadas; las orejas, largas; los ojos, pequeños y de brillo extraño, y la boca, tan grande, que le llegaba casi desde una oreja a la otra.
El Viruelas era un monstruo de fealdad, con las facciones roídas, la nariz aplastada, los ojos casi ocultos bajo las cejas colgantes, y un hedor nauseabundo que surgía al mismo tiempo de su boca y su piel.
Muy léjos están los Canichanas de tener como los antedichos un semblante abierto y revestido de dulzura; su aspecto es feroz y duro; su cabeza muy grande; su cara oblonga como la de los Tobas del Gran-Chaco; tienen los pómulos muy pronunciados; la frente pequeñísima y combada; la nariz ancha, corta y aplastada, y sus ventanas muy abiertas; la boca grande; los labios gruesos; los ojos hundidos, pequeños é inclinados por la parte de arriba á su ángulo estremo; las orejas chicas; las cejas arqueadas; el cabello y la barba lo mismo que los demás indígenas de la provincia de Moxos.
Los ojos del médico se apartaban del mar para convergir en su aplastada nariz. Recordaba una noche de calor egipcio, aumentado por los ardores del whisky; el roce de las mercenarias desnudeces; la pelea con otros navegantes rojos y septentrionales; el boxeo á obscuras, y él, con la cara ensangrentada, huyendo al buque, que afortunadamente zarpaba al amanecer.
Con la transferencia operada por Constantino, de la protección imperial y de las rentas y bienes del antiguo culto oficial al nuevo, la iglesia llegó a ser un poder político, y como estaba organizada en el plan del pastor y el rebaño, que es decir, en manera más opuesta a la autonomía moral del individuo, la libertad quedó aplastada bajo dos lápidas, y el problema de las instituciones libres para el libre desenvolvimiento de la personalidad, desapareció de la escena en que se trataba sólo de "apacentar a las ovejas del Señor", a gusto y beneficio del propietario por sus delegados y representantes, los obispos y los príncipes, sólo responsables ante él, y por ende omnipotentes e irresponsables ante la majada humana.
Oyose una risa tenue como un céfiro. Fue a caminar en opuesto sentido, y una jícara que había rodado sobre el tapiz crujió bajo su pie como una nuez aplastada. Alguien hizo sonar por mofa la cuerda de un rabel. La risa aumentó.
El otro sentimiento procedía del fondo de rectitud que lastraba aquella noble alma y le inspiraba una protesta contra el ultraje y despiadado abandono de la desconocida. Por más que el Delfín lo atenuase, había ultrajado a la humanidad. Jacinta no podía ocultárselo a sí misma. Los triunfos de su amor propio no le impedían ver que debajo del trofeo de su victoria había una víctima aplastada.
Palabra del Dia
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