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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Hoy todos estos motivos se han ido marchando á la tierra, como la escoria, y ha quedado limpio y acendrado el oro puro de mi cariño ó, mejor dicho, de mi adoración. El amor es algo que iguala á los seres que lo sienten, y yo no quiero ser igual á usted, sino infinitamente inferior: quisiera ser el gusano que usted aplasta con el pie al caminar sobre la hierba.
Sepan que yo respeto a los ángeles: si Nina fuese criatura mortal, no la habría respetado, porque soy hombre... yo he catado rubias y morenas, casadas, viudas y doncellas, españolas y parisienses, y ninguna me ha resistido, porque me lo merezco... belleza permanente que soy... Pero yo no he seducido ángeles, ni los seduciré... Sépalo usted, Frasquita; sépalo, Obdulia... la Nina no es de este mundo... la Nina pertenece al cielo... Vestida de pobre ha pedido limosna para mantenerlas a ustedes y a mí... y a la mujer que eso hace, yo no la seduzco, yo no puedo seducirla, yo no puedo enamorarla... Mi hermosura es humana, y la de ella divina; mi rostro espléndido es de carne mortal, y el de ella de celeste luz... No, no, no la he seducido, no ha sido mía, es de Dios... Y a usted se lo digo, Curra Juárez, de Ronda; a usted, que ahora no puede moverse, de lo que le pesa en el cuerpo la ingratitud... Yo, porque soy agradecido, soy de pluma, y vuelo... ya lo ve... Usted, por ser ingrata, es de plomo, y se aplasta contra el suelo... ya lo ve...».
Sin duda esto nos entristece á muchos, pero movidos por el engranaje, igual que el martillo-pilón que se levanta y aplasta, aplastamos también nosotros sin querer hacer daño. ¿Tendrá fin esta lucha feroz, por la existencia entre los hombres nacidos para amarnos? ¿Seremos siempre enemigos unos de otros?
Ellos son la espuma que salpica la barca y también la ola que la lleva a seguro puerto; la nube que oculta la estrella y también la sombra que la hace resaltar; el puñal que hiere y que envenena y la mano que venda y que restaura; el chiste raquítico que rebaja y la oda resonante que eleva y dignifica; la multitud que recrimina y aplasta y el pueblo que corona y premia; los gusanos que destruyen el cadáver y las flores que crecen sobre las sepulturas.
Soy el bardo rebelde que en sí encierra Un corazón ingente y bondadoso; Y mi verbo es de admonición y guerra Que aplasta al necio vil, ruin y coloso. No me espanta la voz del sordo trueno. Yo no conozco el miedo ni el fracaso, Mi alma es un sol de resplandores lleno... Sobre la ignata muchedumbre paso. ¡Oh, musa, ven a mi!
Palabra del Dia
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