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Actualizado: 6 de junio de 2025
Cruzó entonces los desfiladeros de los Andes, mientras Canterac guarnecia los de Jauja y situaba sus puestos avanzados en Casas, y marchó decididamente sobre Pasco. El general español, que ignoraba la direccion seguida por su contrario, se encaminó hácia este mismo punto con objeto de practicar un reconocimiento.
Deleitaba á Rosalindo contándole sus andanzas en el Japón, su vida de marinero á bordo de la flota turca y sus expediciones siendo niño á la California, en compañía de su padre, cuando la fiebre del oro arrastraba allá á gentes de todos los países. ¡Lo que podía importarle á un hombre de su temple lanzarse por la Puna de Atacama, hasta dar con la tumba de la difunta Correa!... Cosas más difíciles tenía en su historia, y no iba á ser la primera ni la décima vez que atravesase los Andes, pues lo había hecho hasta en pleno invierno, cuando los senderos quedan borrados por la nieve y ni los animales se atreven á salvar la inmensa barrera cubierta de blanco.
Todos estos monumentos, colocados muy cerca de las orillas del famoso lago de Chucuito, cuna de Manco-Capac, son bien diferentes de los que se notan en las islas de Coati y de Titicaca, donde fueron estos últimos edificados por los Incas, despues que llegaron ellos á verse dueños, por la conquista, de los paises que habitaba la nacion Aimará, primera simiente de la civilizacion de los Andes.
Estos aluviones parecen venir en mayor abundancia de las regiones occidentales, en donde vierten sus aguas todos los torrentes de los Andes; así es que por tal lado, en poquísimas partes llegan á descubrirse las capas pampeanas, al paso que dichos aluviones son comparativamente de muy exigua importancia.
Sí, que la inmensa gloria de los bravos No era para tus hombros sin pujanza: Debes cargar cadenas entre esclavos, No de los libres la quebrada lanza. Los libres solos su bandera alzando Con doble esfuerzo treparán los Andes, Y entre Argentinos el aliento dando Los buenos solo llamaránse grandes.
Y á la verdad que guardan una perfecta alternativa en los robos, haciendo de ellos un comercio activo estacional, vendiéndolos y permutándolos en sus importes á los indios Araucanos limítrofes por los Andes, cuya codicia arrasadora apresura nuestra ruina, si no se repara activamente.
A la bayoneta! «El coronel nos gritaba, «Y sin miedo nos llevaba «A la boca del cañon. «Al brazo el arma llevaba, «Metralla y bala llovia, «Y entonces yo no pedia «Una limosna por Dios! «Cuantas veces en los Andes «Al venir la madrugada, «En medio de una nevada «Mi bigote emblanqueció. «Hoy la nieve de los años «Mi cabello ha encanecido, «Y estiendo la mano y pido «Una limosna por Dios!
Habitan las más elevadas regiones de los Andes, y allí son muy útiles, pues de ellos depende toda la riqueza y el bienestar de los indios.
El hambre, un hambre que sólo podía sufrir el español, habituado a las sobriedades de su raza, le acompañó en sus exploraciones por las peladas altiplanicies de los Andes y las llanuras pantanosas sin término. Aventurábase en desiertos de los que parecía haber huido toda vida animal.
Ibaseles el alma a los patriotas de ver alejarse y repasar los Andes a los soldados más valientes del ejército, mientras que Las Heras tenía todavía un tercio bajo sus órdenes, dispuesto a hacer frente a los españoles. Tratábase de detener al sargento Araya; pero una dificultad ocurría. ¿Quién se le acercaba?
Palabra del Dia
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