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Actualizado: 20 de agosto de 2024


Después de enterarse el médico no había nadie de menos ni de más, y el capitán del puerto de que no llevábamos gato encerrado, previas las formalidades de declinarse la responsabilidad del anclaje en la experiencia del práctico, y tras algunas maniobras, se dió la voz de ¡fondo! y fondo encontraron las uñas del ancla que rodó de las serviolas á la región de los corales.

Después de una larga travesía de quince días, avistamos las pintorescas costas de la Guadalupe y el vapor arroja el ancla en la bahía de la Pointe-

Cuatro veces rechazó el abordaje de las enemigas, castigándolas , y hubo al fin de sucumbir al número. Aparte esta defensa y el voto marinero de combatir á la armada turca bien al ancla, bien á la vela, combinadas las galeras con las naves, decisión que hubiera producido muy distinto resultado, las más de las relaciones atribuyen á D. Sancho de Leyva mucha parte del fracaso.

Por tanto á las 9 de la mañana comenzaron á levarse; pero habiéndose cambiado á la misma hora el viento á sud-oeste, se quedaron en el mismo sitio. A las dos de la tarde sopló con gran fuerza el sud-oeste, y aunque en esta bahia no levanta mar, hizo tanta fuerza, que el navio garró algunas brazas, y fué necesario arrear las antenas y prevenir otra ancla.

Situada sobre una altura vecina á la ciudad, el prisionero podía contemplar, sin moverse de su alojamiento, toda la grandiosa metrópoli extendida á su pies, así como el puerto con sus numerosos navíos al ancla y los campos y pueblecillos cercanos, llegando con su vista hasta la cordillera que cerraba el horizonte, en la que había cumbres de ciento ochenta metros, solamente exploradas por algunos sabios capaces de morir como héroes al servicio de la ciencia.

Y revueltos con los cacharros que habían guardado el vino y el agua dulce de una liburna naufragada, había pedazos de maroma endurecida por los infusorios calcáreos, garras de ancla cuyo hierro se quebraba en láminas rojizas. Varias estatuillas roídas por la sal marina inspiraban al muchacho tanta admiración como las fragatas del abuelo.

Dieron fondo en seis brazas, y todavia bajó algo la marea, de suerte que llegó esta por todo á bajar seis brazas y media. A media noche quisieron salir con la marea llena, pero no pudieron, por alcanzarles la menguante antes de suspender el ancla, y ser peligrosa la salida en la oscuridad de la noche. La marea comenzó á bajar á las once y media del dia.

Pruebas del indiferentismo indio se ven inmediatamente que se ancla en un puerto de Filipinas.

La zurra continuó en la forma siguiente: yo caminando a la cocina, lloroso y avergonzado, después de arriada la bandera de mi dignidad, y sin pensar en defenderme contra tan superior enemigo; Doña Francisca detrás dándome caza y poniendo a prueba mi pescuezo con los repetidos golpes de su mano. En la cocina eché el ancla, lloroso, considerando cuán mal había concluido mi combate naval.

Tanta prisa les dió el barón y con tan buena maña los recibieron y acomodaron á bordo el capitán y sus marinos, que se dió la señal de levar el ancla cuando el señor de Butrón estaba todavía engullendo los delicados manjares que cubrían la mesa del corregidor.

Palabra del Dia

cabreros

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