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Actualizado: 26 de junio de 2025


Abrió un libro devoto y lo volvió á cerrar sin haber leído cuatro renglones: empezó una carta, y apenas hubo puesto delante de el papel y mojado la pluma en el ancho canjilón de loza que le servía de tintero, desistió de su idea y comenzó á recorrer la celda agitado y nervioso, como tigre enjaulado. Mala cara tenía entonces: más bien qué superior de una orden monástica, parecía un facineroso.

Contemplo estas casas solariegas, grandes y negras, con su alero ancho y artesonado; me meto por las callejuelas de pescadores, empinadas y tortuosas. Algunas de estas calles tan pendientes tienen tres y cuatro tandas de escaleras; otras están cubiertas y son pasadizos en zig-zags.

Todas las casas son iguales y tienen tres cuerpos. El cuerpo inferior deja expedito un ancho pórtico, ó sea unos soportales corridos, donde hay más de cien tiendas de comercio, muy variadas y bien surtidas.

Llevaba una hermosa ropilla color de avellana que dejaba entrever el jubón de terciopelo carmesí. Un cintillo de oro chispeaba en torno de su alto sombrero. Su rostro cetrino, ancho y abultado hacia la frente, se iba enangostando como un higo moreno, hasta concluir en la puntiaguda barbilla.

Próximamente una hora después de haber salido de la aldea de Charmes, Hullin trepaba por la cumbre del monte y llegaba al pie del peñón de los Madroños. Alrededor de aquella masa granítica se extiende una especie de terraplén de tres a cuatro pies de ancho.

Luego que el parroquiano se presenta, se pone el traje, y va designando al maestro en dónde le está estrecho, en dónde le está ancho, en dónde le hace arrugas, porque no quiere un traje que le haga arrugas, ni que le esté ancho, ni que le esté estrecho.

El Mamoré, tan ancho como el Guaporé, me enseñó sobre sus riberas y sobre las de sus tributarios, en el curso de una navegacion como de cien leguas, las hermosas misiones de la Exaltacion, de Santa-Ana, de San-Xavier, de la Trinidad y de Loreto.

Caminando el mismo rumbo, como cosa de treinta leguas ó algo mas, se encuentra otro rio grande, muy ancho, y muy apacible en sus corrientes; y este rio nace en la Cordillera de un valle grande espacioso, y muy alegre, en donde están y habitan los indios Césares. Es una gente muy crecida y agigantada, tanto, que por el tamaño del cuerpo no pueden andar á caballo sino á pié.

El de los primeros, compuesto de pantalón, chaleco y chaqueta de paño azul muy obscuro, corbata de seda negra, anudada sobre el pecho y medio oculta bajo el ancho cuello abierto de una camisa de lienzo sin planchar, y boina también de paño azul obscuro, con larga borla de cordoncillo de seda negra.

En las calles en cuesta que descendían a la Carrera de San Jerónimo, unos terrenos sin edificar dejaban abierto un ancho espacio de cielo entre las casas. Los ojos de los dos se fijaron al mismo tiempo en una estrella que resaltaba sobre las otras con brillo extraordinario.

Palabra del Dia

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