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Actualizado: 23 de mayo de 2025
¡Buenos días, don Melchor! ¡Cuánto gusto! exclamó palmoteando la dueña de casa. ¡Cómo está, doña Ramona! ¡Para servirlo!... «entre adentro» que está fuerte el sol... pasen, señores. ¿Y Anastasio? Anda por el campo, señor... y ¡miren que han venido temprano!... pero, ¿a qué hora salieron, don Baldomero? No me fijé, amiga... serían las cinco.
¡Para servirlo!... ¿Y qué milagro?... ¿Solo?... ¿Qué lo trae por aquí?... Solo, sí, Ramona... ¿Y Anastasio?... Salió ayer, don Melchor, y no ha vuelto... quién sabe «ande esté». ¿Y usted está sola?... Sólita... así es. El muchacho anda por ahí... salió a recorrer... ¿Y no quiere «entrar adentro»?... aquí hay «resolana»... para usted.
D. Mariano Irigoyen, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. D. Norberto Quirno, vecino y del comercio; el Sr. Dr. D. Vicente Anastasio Echavarria, Abogado de esta Real Audiencia; el Sr. D. José María Riera, vecino y del comercio; el Sr. D. Pedro Martinez Fernandez, idem; el Sr. Dr. D. Bernardo de la Colina, Presbitero; el Sr.
¡Y aunque sea! Yo soy capaz de dar la vuelta al mundo por no encontrarme con Anastasio. Qué, ¿le tiene tanto miedo? Miedo, no, Baldomero; ¿pero a qué comprometerme? ¡Cuando ya estás comprometido con la «Pampita»! dijo Melchor, sonriendo. ¡Dale con la «Pampita»...! casi estoy por creer que te acuerdas más de ella que de Clota...
...y cuando venga la familia podrá ganar un sueldito ayudando en la casa. ¡Bueno, que si Anastasio no bebiera!... porque todo es la bebida, señor... La bebida o lo que sea... usted no debe dejarse maltratar. Si hasta ha querido llegar a matarme... dijo Ramona derramando algunas lágrimas. Ya ve, pues, no, es preciso que usted abandone a este hombre que, al fin y al cabo, ¿qué le da?...
La resistencia estimulada por dolores muy agudos, llegó a la más rotunda negativa ante la idea de galopar «hasta lo de Anastasio». ¡Pues yo voy! dijo Melchor, y voy no sólo porque estoy comprometido conmigo mismo a ir, sino porque también me duele el cuerpo y estoy en la certeza de que si hoy me dejo dominar por los dolores, mañana no podré moverme; conque, hasta luego.
Vestida con sus mejores trapitos y ceñida la cintura con una faja negra que sobre la bata blanca marcaba nítidamente el límite de su robusto talle, se aproximó cautelosamente mirando hacia el comedor y al estar casi junto a Melchor le dijo: ¿Ha visto lo que ha hecho Anastasio?... Eso no tiene importancia, Ramona, Anastasio estaría borracho...
Realmente dijo Ricardo, es más bien buena moza... ¡y ha de haber sido linda! ¿Anastasio la castiga, Baldomero? preguntó como dudando Melchor. ¡Si veinte veces la ha echado del rancho!... pero, ¿a dónde va a ir la infeliz? ¿Por qué no la trae al campo, Baldomero?... Aquí habría trabajo que darle... en el puesto de las aves... o para lavar. Para eso sí... nunca estaría de más.
...Ahí traigo un montón de cartas... Pues cuando llegamos al «Paso», a eso de las diez, en la esperanza de almorzar algo y esperar la caída del sol, salió a recibirnos Anastasio con su facha patibularia.
Tengo que hablarlo; venga un momento... ¿Qué misterio es ése?... ¡Hable aquí, Baldomero!... Este se aproximó a Melchor y bajando la voz como si quisiera hablar para él solo, pero dejándose oír por Lorenzo y Ricardo a quienes, por detrás de Melchor, hacía señas de que no era cierto, le dijo: Ahí está Anastasio... venga... Patroncito...
Palabra del Dia
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