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Actualizado: 9 de julio de 2025
Sí, señora. También yo les traté mucho. Eran amigos de mi casa, y les tengo muy presentes en mi memoria... Me parece que les estoy viendo con sus levitas negras de corte antiguo... Así, así. Sus corbatines de suela, y aquellos sombreros de copa que parecían la torre de Santa María...».
Si he de confesar la verdad tampoco han acudido mis amigos, admiradores y parciales, aconsejándome y casi impulsándome con la violencia de sus ruegos para que le publique, según ocurre con frecuencia á otros autores más que yo dichosos.
Luisa se ha quedado para vestir santos. Ocaña se metió a tinterillo. Venegas renunció la «Escuela Nacional», se lanzó a la revolución, y ahora es diputado por obra y gracia de Tuxtepec. Buena memoria dejaron en Villaverde el doctor Sarmiento y mi buen maestro don Román. Todos se acuerdan de ellos, alaban sus virtudes, y se dicen amigos del uno y discípulos del otro.
No usaba ya el ioduro tan a pasto ni el canuto de brea, y sólo las jaquecas persistían, como esos amigos machacones cuya visita periódica causa espanto.
No sólo con sus amigos, sino también con sus conocimientos eventuales, con los comerciantes a quienes compraba algo, con los acomodadores de los teatros, con el camarero que le servía en el café, en todas partes dejaba escapar el flujo de sus dudas crueles, esperando siempre que alguno le pusiese en camino de descifrar el terrible misterio.
Luego que sintieron alejarse á sus perseguidores, los amigos subieron. Allí vivía el poeta clásico. ¿Tienes que cenar? le preguntó el Doctrino. Un magnífico festín contestó el poeta. Un cuarterón de queso manchego y una botella de Cariñena. Mandaremos por unos buñuelos á la taberna de la esquina. Lázaro tenía un hambre espantosa.
Diéronle muchos caballos y armas para poner su gente en órden, y con algunos amigos que le quisieron seguir juntó trescientos infantes, y sesenta caballos, y con ellos entró la tierra adentro.
Pez era de los amigos más constantes en aquella tribulación de la honrada familia. Una tarde que pudo hablar a solas con Rosalía en Gasparini, esta le dijo: «Entramos ahora en una época de dificultades, de la cual no sé cómo vamos a salir». A lo que D. Manuel contestó con un arranque quijotesco, ofreciéndose a ayudarla en todas aquellas dificultades, de cualquier clase que fuesen.
En su estirpe figuraban toda clase de glorias: amigos de monarcas; Adelantados que infundían miedo a la morisma; virreyes de las Indias, santos arzobispos, almirantes de las galeras reales; pero el alegre marqués daba de barato tantos honores y tan preclaros ascendientes, pensando que hubiera sido mejor para él poseer una fortuna como la de su cuñado Dupont, aunque sin las obligaciones y trabajos de éste.
Halláronlo sus amigos oprimiendo con sus labios un crucifijo, y escuchando devotamente el oficio de difuntos, recitado por un clérigo; presintiendo que se acercaba su última hora, se arrodillaron todos gimiendo y llorando alrededor de su lecho, hasta que un Jesús María, apenas perceptible, les anunció que había terminado su última lucha.
Palabra del Dia
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