Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 17 de julio de 2025
No sabrá reemplazar a Magdalena, demasiado lo comprendo, pero sí será otra hija, aunque no tan rica ni tan hermosa, que no se enamorará como ella, pues aunque la pretendiesen y poseyera las dotes de Magdalena no habrá de querer a nadie, porque le consagrará toda su vida y le consolará... Así como usted será a su vez su consuelo. Pues Felipe Auvray, ese amigo de Amaury ¿no está enamorado de ti?
Era un joven abogado condiscípulo suyo en el colegio de Santa Bárbara primero, y en la facultad de derecho más tarde. Tenía, con poca diferencia, la misma edad que Amaury. Vivía con desahogo, pues disfrutaba de una renta que podría estimarse en unos diez mil pesos; pero no era, como su compañero, de esclarecido linaje. Se llamaba Felipe Auvray.
Murmuró algunas palabras incoherentes y alargó la mano... Otra mano tomó la suya. Amaury abrió los ojos y lanzó un grito de terror. Una mujer estaba a su lado. ¡Magdalena! exclamó. ¡Ay! no respondió una voz; es Antoñita.
Después, Amaury tomó el diario en el cual apuntaba día por día los pensamientos, las sensaciones y los hechos más notables de su vida, encerró en un sobre el manuscrito y la carta, y llamando al criado le hizo llevar el paquete a su destino, mientras él quedaba con el corazón agitado por la ansiedad y la incertidumbre.
La inglesa corrió a la estancia que Amaury le indicaba con la mano mientras que Antoñita le preguntaba: ¿Y usted por qué no entra? Porque me han cerrado la puerta y me han echado de esta casa. ¿Quién? ¡El! ¡el padre de Magdalena! Y tomando el sombrero y los guantes, Amaury huyó como un loco del palacio de Avrigny. Cuando Amaury entró en su casa encontró a un amigo que le estaba aguardando.
Amaury, después de besar la mano a Magdalena que sonrió y le siguió con la vista hasta la puerta, salió del aposento. Cuando llegó al salón ya se habían marchado todos los convidados. Entonces ordenó que le arreglasen su cuarto y se acercó al de Magdalena, deteniéndose junto a la puerta y procurando escuchar desde allí lo que adentro se hablaba.
A la noche siguiente, que era jueves, dio principio el tercer período, de auge y bienandanza para Felipe, y de caída terrible para Raúl, sin ventaja alguna para Amaury, el primer desahuciado.
Y al pronunciar Antoñita estas palabras era su acento tan grave y revelaba tal resolución, que Amaury quedó asombrado al oírla. ¡Vaya! ¡vaya! exclamó procurando tomar en broma la afirmación de Antoñita. ¡A otro perro con ese hueso! ¿Va usted a decirme eso a mí que conozco tanto al feliz mortal que habrá de hacerle mudar de intención?
¡Es muy cierto! asintió Amaury. Todavía no he terminado dijo Felipe con creciente entusiasmo.
Está bien; pero lo que da mal cariz a esta cuestión es el hecho de haber usted amado a Magdalena ocho meses hace con tanta vehemencia como en la actualidad ama a Antoñita. ¡Oh, Amaury! dijo lastimeramente Felipe. Estás abriendo la herida de mi corazón, desgarrando mi atormentada conciencia; concédeme siquiera diez minutos de audiencia y al cabo de ellos me compadecerás lejos de culparme.
Palabra del Dia
Otros Mirando