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Actualizado: 3 de octubre de 2025


Atraviesa la Ronda y se convierte en despeñadero, rodeado de casuchas que parecen hechas con amasada ceniza. Después no es otra cosa que una sucesión de muladares, forma intermedia entre la vivienda y la cloaca. Chozas, tinglados, construcciones que juntamente imitan el palomar y la pocilga, tienen su cimiento en el lado de la pendiente.

Los encapuchados desfilaban como puntiagudos insectos negros en la rojiza claridad de los hachones a ras del suelo, mientras la noche seguía amasada en lo alto.

Un poco de harina amasada y tostada ayer por el ama de D. Miguel se trasformó por arte mágico en la persona de Jesucristo, un ser que desapareció de entre los vivos hace diez y nueve siglos. ¿Esas leyes soberanas, sublimes de la Naturaleza, quedarán violadas porque unos cuantos insectos de este microscópico planeta reunidos en concilio lo decreten?

Cuando se le metía en la cabeza, en aquella cabeza como un puño, mal amasada, un bromazo como el que tenía proyectado, andaba inquieto, afanoso, lo mismo que el poeta o el pintor que tienen una obra entre manos. Después de varios días de machacar por él logró al fin, casi, casi, decidir al indiano.

Al lector que en su fuero interno haya diputado ya a Gonzalo por hombre desleal y pérfido, o por lo menos débil, declarándole quizá «un carácter repugnante», como dicen los críticos cuando los personajes de las novelas no son todo lo heroicos y talentudos que ellos quisieran, pusiérale yo en aquel nido pequeño y perfumado como el cáliz de una magnolia, frente a la niña menor de los señores de Belinchón, vestida con peinador de cintas azules que dejaban ver una buena parte de su garganta amasada con rosas y leche, recibiendo en el rostro los relámpagos azulados de sus ojos, y escuchando una voz grave y pastosa que removía todas las fibras del alma.

13 y una décima de flor de harina amasada con aceite, en ofrenda por presente con cada cordero; holocausto de olor grato, ofrenda encendida al SE

Estaba viudo como D. Acisclo, y tenía una hija de veinte, morenilla muy agraciada, pequeña de cuerpo, soltera aún, y llamada doña Manolita, alias la culebrosa. La llamaban así por su extraordinaria viveza y movilidad. Afirmaban en el pueblo que estaba hecha y como amasada de rabillos de lagartijas.

Desde muy niña fué así Susana, de una pasta que ni amasada por manos de ángeles.

Algunos heridos de distinción estaban en las Ventas del Rey; pero la mayor parte, como he dicho, tenían su hospital a lo largo del camino, y allí los cirujanos no daban paz a la mano para vendar y amputar, salvando de la muerte a los que podían. Los soldados sanos sufrían los horrores del hambre, alimentándose muy mal con caldos de cebada y un pan de avena, que parecía tierra amasada.

Palabra del Dia

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