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Actualizado: 26 de junio de 2025


¡Ah! ¡Agustín de Avila, el honrado alguacil de casa y corte! Pues mira, él no dice de ti lo mismo. Sólo se le ocurre un defecto que ponerte. Me importa poco. Maravíllase mi amigo de que teniendo por amante un hombre tal como yo, puedas vivir al lado de un marido tal como el tuyo. ¿Y qué le he de hacer? Ya te lo he dicho... ¡Oh! ¡nunca!... ¡nunca!... ¡qué horror! exclamó Luisa.

A ella la tenían asida otros dos tratándola de alcahueta y bruja. ¡Quién tal pensara de una mujer que hacía la vida referida! A las voces del alguacil y a mis quejas, el amigo, que era un frutero que estaba en el aposento de adentro, dio a correr.

El Asistente, que lo era á la sazón el conde de Peñaranda, puede decirse que en aquellos difíciles momentos no estuvo ni tardo, ni desacertado en sus medidas, así como los tenientes y el alguacil mayor que le secundaron.

Diego de Vera Ordóñez y Villaquirán, capitán de infantería y alguacil mayor de la Inquisición de Cataluña, fué nombrado caballero de la orden de Calatrava en el año de 1653, y es el mismo D. Diego de Vera citado por Agustín de Rojas. Antonio de Herrera y Saavedra, muerto en 1639. Jacinto de Herrera y Sotomayor.

Un corchete venía por delante meneando hacia uno y otro lado la humosa y enrejada linterna. Aquella luz alumbraba con crudeza los semblantes de los ministros. Ramiro reconoció al alguacil Pedro Ronco por la facha imponente. Las cejas y el mostacho parecían trazados con un tizón sobre su tez color sebo. El ruido autoritario de los pies y las espadas fuese alejando.

Todo era algazara, todo confusión; de repente ábrense las puertas de la calle, y vense entrar por ellas el Ayuntamiento de los cristianos viejos con todo el aparato de justicia; el alguacil Molino, de vanguardia, y la dueña Bermúdez, en la rezaga.

Y esto hecho, mandó traer la bula y púsosela en la cabeza; y luego el pecador del alguacil comenzó poco a poco a estar mejor y tornar en .

En la noche del viernes 21 de Julio de 1402 entró en esta ciudad el moro Helile mensajero del rey de Granada, acompañado de otros tres, pasando en ella siete días mientras esperaba la respuesta que el corregidor alguacil y regidores habían de darle de las cartas que trajo del dicho rey granadino, que serían probablemente relativas á treguas.

Condeno á Cleto Rejones á quedarse con la paré derribada, si él no la quiere levantar por su cuenta, y á pagar las costas del juicio, como son: Una peseta de papel; Dos reales para el secretario, Y doce cuartos para el alguacil. Item.

Respondiéndole el Alguacil, al mismo tiempo que los recibió: Vuesas mercedes perdonen el haberme equivocado, y el señor Licenciado se vaya libre y sin costas, más de las que le hemos hecho; que yo me he puesto a un riesgo muy grande habiendo errado el golpe.

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