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Actualizado: 12 de junio de 2025


Semejante acuerdo mueve gran alboroto entre los nobles asturianos, y Bernardo, á la cabeza de los revoltosos, obliga al Rey á revocar su promesa. En las primeras escenas de la comedia los grandes expresan un sentimiento nacional exasperado, y Bernardo lee el texto á su tío.

De estas partidas, que en ocasiones parecían de bandoleros, había varias, y estaban siempre a matar con la gente joven que hablaba recio y se movía mucho en las inmediaciones; la cual gente, capitaneada por la revoltosa Sagrario, más alborotaba en el salón, cuanto más fuerte protestaban contra el alboroto los tresillistas del gabinete.

Yo quise calmarle, pero como extrañase las mías, y también extrañase al jinete, despreciándole tal vez, se alborotó más y más y empezó a dar resoplidos, a hacer corvetas y aun a dar algunos botes; pero yo me tuve firme y sereno, mostrándole que era su amo, castigándole con la espuela, tocándole con el látigo en el pecho y reteniéndole por la brida.

Su paso producía escándalo. Las mujeres sonreían, y no faltaban chuscos que requebraban a aquellos mamarrachos, como si realmente fuesen jóvenes disfrazadas. Después venía la parte seria e interesante de la procesión, y el alboroto del gentío cesó instantáneamente.

Despues de tu partida venturosa el mar se alborotó de tal manera que aun dura su borrasca lastimosa. Ya no es la patria, no, segura esfera, es un errante piélago furioso, sin viento brama, y sin razon se altera. Es un bajío eterno y peligroso: ya murió la amistad, ya no hay amigo: derribó el interés el mas famoso.

Todo era confusion, desórden y alboroto, sin el menor fundamento; porque la malicia de los seductores inventaba estas y otras especias sediciosas para conmover los ánimos.

Y así hubiera sucedido si entre los vecinos que al alboroto y pendencia despertaron, no hubiese habido un mulato que con resolución llegó á ponerse frente del sargento y de los soldados, rogándolos que no rematasen al alcalde cuando ya se disponían á clavarlo con las alabardas.

La respuesta de Andronico llegó á los oidos de los de Galípoli, y fué tan grande el alboroto y motin que causó en todo el campo, que forzaron á los Capitanes á tomar las armas para acometer los lugares del Imperio, y apoderarse de algunas fuerzas y presidios.

El señorito de Limioso, resuelto y tranquilo, se aproximó a la ventana, alzó un visillo y miró. La cencerrada proseguía, implacable, frenética, azotando y arañando el aire como una multitud de gatos en celo el tejado donde pelean; súbitamente, de entre el alboroto grotesco se destacó un clamor que en España siempre tiene mucho de trágico: un muera. ¡Muera el Terso!

En ti reposa la alabanza, oh Dios, en Sión; y a ti se pagará el voto. 5 Con tremendas cosas, nos oirás en justicia, oh Dios de nuestra salud, esperanza de todos los fines de la tierra, y las lejuras del mar. 7 El que amansa el estruendo de los mares, el estruendo de sus ondas, y el alboroto de los gentiles.

Palabra del Dia

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