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Llevábamos un mes de navegación, esperando en la calma ecuatorial la monzón del sudeste, cuando el capitán tuvo que mandar acortar la ración de agua. Afortunadamente, en la isla de San Agustín pudimos hacer la aguada y seguir delante. El piloto aconsejó al capitán que desembarcara algunos chinos; podía volver a ocurrir el mismo conflicto con el agua.

No son pocos los autores que trataron en diferentes ocasiones de la decidida afición de los sevillanos al baño, y entre ellos recordaré que Agustín de Rojas escribía estas líneas el siglo XVII: « ¿Y aquella limpieza de los baños? Esa es una de las cosas más peregrinas que tiene. Mujer conozco yo en Sevilla que todos los sábados por la mañana ha de ir al baño, aunque se hunda de agua el cielo.

Con arreglo al ceremonial del caso el escribano de cámara, seguido de la Real Audiencia, avanzó hasta pocos pasos distante del dosel, y dijo en voz alta por tres veces: ¡Excelentísimo señor don Agustín Jáuregui! Y luego, volviéndose al concurso, pronunció esta frase obligada: Señores, no responde. ¡Falleció! ¡Falleció! ¡Falleció!

Y no se olvide que, por aquellos, tiempos, era de pública voz y fama que, en ciertas noches, la plazuela de San Agustín era invadida por una procesión de ánimas del purgatorio con cirio en mano.

3 También se ama en el abismo, de D. Agustín de Salazar. 4 Los muzárabes de Toledo, de Juan Hidalgo. 5 La gala del nadar es saber guardar la ropa, de Don Agustín Moreto. 6 Olvidar amando, de D. Francisco Bernardo Quirós. 7 Las tres edades del mundo, de Luis Vélez de Guevara. 8 Del mal lo menos, de un ingenio de esta corte. 9 Vida y muerte de San Cayetano, de seis ingenios de esta corte.

De esta suerte, el marido ignora por qué la maternidad es sacramento, martirio y santificación. La mujer, advierte San Agustín, nisi mater, instrumentum voluptatis; o vemos en ella la madre, o nos rebajamos a tomarla como mero instrumento de voluptuosidad.

Quando la obra de MURATORI de Ingeniorum moderatione in Religionis negotio, que hemos citado otras veces, no tuviese otro mérito, que haberse escrito de propósito para vindicar á S. Agustin de las calumnias y falsedades con que le trata el fingido PHEREPONO, era digna con eso solo de que la leyesen todos los eruditos.

SAN AGUSTIN, que con admirable sabiduría supo enmendar los errores gentílicos, convirtiéndolos en usos verdaderos para ilustracion de las verdades christianas, hablando de las ideas de Platon, las coloca en la mente divina, como que Dios en la creacion del mundo iba poniendo en obra lo que desde la eternidad estaba en su mente.

Dado encargo al académico don Agustín Durán para que respondiese, este señor, por abril del año siguiente, dió cuenta de haberlo cumplido, en la medida de sus fuerzas. Pero ¡cómo lo cumplió, Dios santo!

D. Manuel Pinto, se dijo: Que igualmente reproducia en todo el dictámen del Sr. D. Manuel Belgrano. Por el Sr. D Antonio Luís Beruti, se dijo: Que tambien reproducia en todas sus partes el parecer del Sr. D. Manuel Belgrano. Por el Sr. D. Agustin José Donado, se dijo: Que asimismo reproducia el voto del Sr. D. Manuel Belgrano. Por el Sr. Dr.