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En el bochorno de la tarde estiva, sueña la flor y duerme hasta la idea. Sólo aparece como mancha viva, allá en lo alto, la llama que caldea. Silencio y paz... El único sonido que el ambiente volcánico desgarra, lo da, bajo el ramaje florecido, con su música agreste, la cigarra.

Un soldado de su guardia que le vio salir, tuvo algunas sospechas de su intento y temeroso de que el rey cayese en alguna asechanza, se armó y le siguió de lejos. Llegado que hubo el monarca al sitio que todavía se llama la Fuente del Rey, y que era entonces un lugar muy agreste, se detuvo aguardando a que se presentase el moro.

Además, el fino trato de su mujer, la perpetua compañía de sus hijas suavizara ya las tradiciones rudas que por parte de los la Lage conservaba don Manuel: cinco hembras respetadas y queridas civilizan al hombre más agreste. He aquí por qué el suegro, a pesar de encontrarse cronológicamente una generación más atrás que su yerno, estaba moralmente bastantes años delante.

Mas, cuando uno llega solo, la conversación con el mar y la noble sociedad de aquel gran solitario no dejan de producir cierta tristeza. En las primeras visitas que hacemos á la playa, la impresión que nos causa es poco favorable: la hallamos monótona, agreste, árida. La inusitada grandeza del espectáculo nos hace sentir, por contraste, nuestra debilidad y pequeñez: el corazón se oprime.

Las primeras nieves albearon en las montañas septentrionales de la Mandchuria, y yo me ocupaba en cazar gacelas en el «País de las Hierbas». Horas enérgicas y fuertemente vividas las de esas mañanas, cuando yo marchaba, con el aire agreste y sano entre monteros mongólicos, que, con un grito ondulado y vibrante, ojeaban los matorrales con sus lanzas.

Hablando por este arte mientras subía la escalera y la seguía yo paso a paso, más que en lo imposible de atajarla en su pintoresca charla, pensaba en el parecido que hallaba entre ella y la madre de Lita, no solamente por el carácter, sino por el estilo, sin saber yo entonces, como lo supe andando el tiempo y conociendo nuevas gentes, que en aquella forma y con aquellos aires campechanos y llanotes, se desborda siempre el espíritu generoso y hospitalario de las damas de aquella agreste región montañesa.

Tan equivocado había sido nuestro cálculo, que a los trescientos ochenta y siete pasos de la segunda exploración pasamos por el lugar que con tanta minuciosidad habíamos escudriñado momentos antes, y continuando nuestro camino, siempre adelante, nos paramos al llegar a los cuatrocientos cincuenta y seis pasos, sobre la cima de un alto campo muy similar al otro, aun cuando más agreste y todavía más inaccesible.

Cambia entonces la escena, representando una agreste montaña. D. Ramón, que como la Reina, vive largo tiempo en la soledad, atraviesa fugitivo el teatro, cubierto con pieles de fiera, y tras él D. Martín vibrando su venablo de caza. Después que se reconocen ambos hermanos, acuerdan que D. Ramón atraiga al Rey á una escarpada peña, y que D. Martín lo precipite desde ella en el abismo.

Hemos tenido algunos pasos difíciles de franquear; usted nos habría sido muy útil: lamento también que se haya privado de contemplar esta playa agreste, sembrada de rocas cubiertas de hierbas y de musgos; ha sido un espectáculo grandioso, a la puesta del sol. Sin embargo, no puedo enojarme, puesto que le hacía usted compañía a mi querida mamá, a quien todos hemos abandonado.

En el acto primero se describe la locura fingida de Ulises, para eximirse con ella de tomar parte en la guerra de Troya, y después la vida salvaje de cazador, que lleva el joven Aquiles, educado por Chirón en un desierto agreste y montañoso. En el acto segundo Tetis se lleva á Aquiles, disfrazado de doncella, á la corte del rey Nicomedes, en la cual vivirá en lo sucesivo entre mujeres vírgenes.